Enrique Miguel Rodríguez

Vacaciones electorales

La Razón
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Debido al desgaste mental que estamos sufriendo este último año los ciudadanos españoles, motivado por una campaña electoral perpetua que al igual que a Pantoja no se nos ha aplicado el tercer grado, hubiese sido conveniente que antes de dar por finalizada la décima legislatura de la joven democracia española se hubiese votado una ley por la que lo mismo que hay un día de reflexión en la víspera de acudir a las urnas de forma extraordinaria se dieran unas vacaciones electorales. Desde el día 21 de diciembre al 4 de enero, prohibición de hablar de política para recuperarnos y, sobre todo, para poder tener las fiestas en paz, aunque sea por última vez. Porque si ganan algunos es posible que en un ataque supremo de laicidad se prohíba por decreto ley la celebración de las Navidades. El mismo presidente del Gobierno ya apuntó algo parecido –me estoy refiriendo al descanso político, que a pesar del desasosiego que a veces nos produce Rajoy no veo yo al muchacho prohibiendo la Navidad, ni con las copas de más del almuerzo navideño del PP–.

Me refería a lo que el presidente le dijo a Gloria Lomana en A3, que convocaba las elecciones el día 20, para que no interfirieran, por cuestión de plazos legales, en las Navidades. Mientras tanto, seguimos escuchando perlas de los candidatos –aclarar que la inmensa mayoría nos ofrecen perlas no naturales o cultivadas, no llegan ni a majoricas–. Al líder de Podemos habrá que buscarle poeta para que le cante el porqué del cansancio que lo esta consumiendo. Si como dicen sus palmeros se debe a sus 14 horas de trabajo, 7 días a la semana, debería contar a qué dedica su jornada laboral. Claro que si se cuenta este tiempo desde que sale de su casa, varias horas las dedica a los atascos madrileños, que su idolatrada alcaldesa Carmena y sus airadas muchachas y muchachos parecen que no saben resolver.

Posiblemente, en uno de esos embotellamientos es cuando se le habrá ocurrido la idea genial de que no sólo va a pagar todos los meses una ayuda a todos los españoles por el hecho de serlo. Además, todo el que gane menos de 900 euros tendrá también una compensación a cargo del erario público. Al segundo mes, desde el Rey a toda la clase política, más voluntarios pidiendo por las calles para poder pagar lo indispensable. Claro que lo mismo es que ha encontrado el oro de Moscú.