Alfonso Ussía

Valientes

Las mujeres son más valientes que los hombres. Y al paso de los años, su valentía crece. Conozco a una mujer, que ya ha cumplido los 98 años, catalana por los cuatro costados y española por los costados mismos, que se enfrenta en las calles a todos los que le afean o insultan por llevar en una pulsera la Bandera de todos. Se llama María Carles Batlló, y de su aspecto de aparente fragilidad, nace el coraje de las mujeres que no aceptan que intenten robarles lo que es suyo y ha sido suyo durante su casi culminado siglo de vida. Nada más y nada menos que España, su Patria, que lleva en su alma como a su patria chica, Cataluña.

Paseaba por «el Verde» de Neguri una mujer valiente. Con un año más que María, 99 en el talego. Llevaba un alfiler con la Bandera de España. Acudía a la misa de las 8 de la mañana y se topó con un amable grupo de «borrokas» de vuelta de una noche de violencia. La jefa del grupo –era una mujer, claro–, le exigió que se quitara el alfiler. –O te lo quitas tú o te lo quitamos entre todos y te lo metemos por el culo, vieja española–. –En lo último tenéis razón. Soy viejísima, llevo muchos más años que vosotros siendo vasca, y me siento totalmente española–. La jefa del «Comando Borracho» insistió: –O te la quitas ahora mismo, o te la arrancamos y te la metemos por el culo–; –imposible, hijos. Es completamente imposible. No cabría en mi culo, porque lo tengo lleno de «ikurriñas».

Una gran amiga de Barcelona, descansaba en su casa el pasado sábado cuando sonó el timbre del portero automático. Una mujer deseaba formularle algunas preguntas y hacerle una encuesta. Ante el riesgo de que esa mujer fuera la boba de Karmele Marchante, que se dedica a eso además de llevarse el dinero fácil del cotilleo en las cadenas españolas, mi amiga mandó a la encuestadora a un lugar con evidentes signos escatológicos. Y la pretendiente a encuestadora le amenazó: –Sabemos quien eres, puta españolista–. Porque éste es el nivel de los contratados por Mas, Junqueras y Forcadell para violentar la intimidad de los catalanes.

En una montería, estaba colocada la duquesa de Montellano, a sus noventa años, entre dos monteros experimentados y arochos, como los definía Jaime de Foxá. Ante el puesto de uno de ellos se produjo el agarre de un gran jabalí. Volaban los perros acuchillados. Hilda Montellano reparó en la escasa predisposición del montero más cercano al agarre a rematar a cuchillo al cochino. No pudo soportar más el sufrimiento del gran jabalí y el riesgo de los perros, y con sus noventa años tomó su cuchillo de monte, entró por detrás, se montó a lomos del jabalí y le dio muerte con el mismo coraje y destreza de Covarsí o Perico Castejón, gran rehalero. Con la diferencia de que el mítico Covarsí no remataba a los 90 años y a Perico le faltan muchísimos para acercarse a tan longeva cifra.

Cuatro ejemplos de valentía diferente, pero estrictamente femenina. Aún tenemos grabada la imagen de Esperanza Aguirre abandonando el helicóptero estrellado, interesándose por la integridad física de sus acompañantes como primera reacción después del accidente.

Tuve que donar sangre directamente al padre de unos amigos que agonizaba. Perdí el conocimiento al primer golpe de vista de mi propia sangre. Me río de la valentía masculina. En España sucede lo que hoy nos abruma porque la mayoría de nuestros gobernantes han sido hombres. Es decir, portadores del miedo, la componenda y la duda en permanente posición de cuclillas.