Represión en Venezuela

Venezuela sin retorno

La Razón
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Para que Venezuela se derrumbe en una guerra civil sería preciso que se partiera el Ejército, cosa altamente improbable. Las Fuerzas Armadas son un balneario exclusivo a cargo de responsabilidades extra-militares que van desde el narcotráfico a la importación de insumos de primera necesidad de los que los uniformados no se privan. Las mujeres de los milicos no hacen cola ante los mercados desabastecidos. Un golpe militar no devolvería las libertades perdidas y nadie en la dividida oposición juega esa carta, que temen. La oferta de Nicolás Maduro de elecciones generales en 2018 es una chanza. Maduro ha ampliado sus bandas de sicarios escogidos entre el lumpenproletariado y ha repartido más armas, incluso largas. En ese escenario selectivo en el que le vuelan la cabeza a una adolescente estática que aspiraba a miss de su pueblo no se puede votar libremente. La propuesta de una Asamblea Constituyente, con la mitad de los asamblearios designados por el Gobierno, es una impresentable trampa para osos que sellaría la falta de libertades individuales y públicas. Una descarada Constitución a la búlgara. Ambas rutas de escape conducen a lo mismo: más chavismo institucionalizado. El deschave chavista pretende, desde el principio, la instauración en Venezuela de un régimen castrista con el amedrentamiento y el halago de media población como foco, como Sierra Maestra y el desvío de ese objetivo es tarea vana. La vocinglería de Maduro denota su inseguridad: analfabeto funcional, no pasó la secundaria y trabajó de guardaespaldas y autobusero. Más peligrosa es su mujer, Cilia Flores, diez años mayor, abogada, que fue procuradora general de la República y presidenta de la Asamblea Nacional. Ella es la que redacta y desencripta las leyes que Maduro no entiende. Superando la cursilería de Primera Dama, hoy es Primera Combatiente. Nepotista, colocó a 46 parientes en la Asamblea, y un ahijado y un sobrino fueron presos en Haití por una presunta conspiración para introducir 800 kilos de cocaína en Estados Unidos. Sacar a Maduro es extraer el contenido del huevo e intentar freír la cáscara. El entramado chavista puede prescindir del autobusero y proseguir hacía el socialismo del Siglo XXI. Ni la OEA, ni MERCOSUR, ni la UE tienen uñas de guitarrero para devolverle la música a la democracia venezolana. Solo Trump si dejara de comprar el sucio petróleo de Maracaibo. Y no lo hará.