Iñaki Zaragüeta

Vergüenza sindical

Me entristece contemplar la conducta de los dos sindicatos mayoritarios en el tejemaneje del erario en Andalucía, donde UGT y CC OO protagonizan hechos que, de demostrarse, son constitutivos de delito y, sobre todo, nos avergüenzan hasta el punto de considerar a sus mandatarios indignos de sus cargos, aunque más les deberían avergonzar a ellos. Pero eso sería pedir peras al olmo. Ya se sabe, al que pierde la vergüenza, se le pierde el respeto. Inevitablemente, echo la vista atrás y recuerdo cómo los dirigentes sindicales de la transición democrática conformaron un bloque de líderes dignos de admiración. Todos –Marcelino Camacho (CC OO), Nicolás Redondo (UGT), Juan Gómez Casas (CNT), Manuel Zaguirre (USO)– dejaron su impronta por llevar a España a la democracia, coexistieron para ello, nos produjeron fascinación y se retiraron con dignidad generalizada, libres de sospecha. Quienes vivimos aquellos años de nuestra Transición política, contemplamos cómo defendían los intereses de los trabajadores y, a la vez, desprendían sentido de Estado. No fueron los únicos. Con ellos, políticos, empresarios, periodistas y la mayoría se la sociedad. ¡Qué diferencia con hoy!

Pienso en cómo reflexionará Nicolás Redondo al leer que la UGT en Andalucía, la organización en la que dejó todo su esfuerzo, encomiable por cierto, ha multiplicado por nueve su patrimonio desde 1998, como denunciaba ayer LA RAZÓN, y que, junto a CC OO, han recibido subvenciones millonarias para la formación de funcionarios sin que tengan una justificación racional, ya que la Junta destinaba otras similares al mismo fin. Y éste sólo es un dato más de los numerosos que se han denunciado en los últimos meses sobre percepciones sospechosas e inexcusables. Da la impresión de que, para su indignidad, habrá más. Así es la vida.