Julián García Candau
Villar estaba bendecido
Era impensable que la Selección jugara en Guinea Ecuatorial y lo hiciera por la simple decisión del presidente federativo Ángel María Villar. Era natural que tal encuentro tuviera que contar con el placet del Gobierno si no era precisamente petición del mismo por razones diplomáticas.
Las bendiciones gubernamentales han tardado en aparecer. Y tampoco cuela que Villar haya contado solamente con la conformidad del secretario de Estado para el Deporte, Miguel Cardenal. Tengo para mí que éste no es hombre que ante cuestión tan delicada dé su conformidad sin contar con sus superiores. Coincidiendo con el anuncio del partido, tan cuestionado por partidos políticos de la oposición y entidades no gubernamentales, se ha publicado la llegada a Guinea de un alto cargo del Gobierno, lo que se ha citado como hecho no sólo infrecuente, sino que se ha destacado que tal no ocurría desde hace años.
El fútbol y el deporte han sido instrumentos que han servido para restar tensiones diplomáticas y hasta para ser medio del comienzo de nueva época. Por poner un ejemplo, Estados Unidos y China protagonizaron la llamada diplomacia del ping-pong y España participó en la apertura hacia la China de Mao con la excursión de la Selección de baloncesto.
«La Roja», campeona del mundo, dará al dictador Obiang la oportunidad de una foto que mejore su imagen. Para España se supone que el partido tendrá algunas ventajas entre bambalinas. Futbolísticamente, la confrontación no tiene gran interés. Guinea no es selección competitiva.
Posdata. Hará bien Del Bosque al cuidar a los mejores. En Suráfrica hay obligación de refrendar título.
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