Julián Cabrera

Voladura exprés

José Antonio Griñán, el líder socialista con mayor cuota de poder institucional desde que, las urnas desalojaran a ZP de La Moncloa, ha puesto en marcha una «explosión controlada» de su mandato al frente del PSOE andaluz y de la propia Junta, cuyas consecuencias pueden ir bastante más allá de un simple volantazo en la hoja de ruta de Pérez Rubalcaba.

La jugada de Griñán, que sin mostrarse disparatada tampoco acaba de mostrarnos una carga de fino estilismo político, tenía bastante más de intento por garantizar una línea de poder en el socialismo andaluz que de toque de atención a la dirección nacional; otra cosa es que el efecto inicial haya sido señalarle a Rubalcaba de forma más clara y meridiana la puerta de salida.

Es cierto que en política la audacia suele ser rentable, pero mal calculada fulmina al más pintado. Máxima que desde Ferraz trata de aplicarse a trancas y barrancas en un entorno que obliga a Rubalcaba al permanente funambulismo en el juego interno de poderes. Prueba de ello son movimientos como ratificar hace unos días la candidatura de su otrora hipercrítico rival Tomás Gómez al situarlo públicamente como «próximo presidente madrileño».

De momento, y a la espera del papel que acaben jugando alternativas en las primarias como la del consejero Planas, lo que se atisba en Andalucía es algo que, a la larga, hasta podría no acabar perjudicando la hoja de ruta de Rubalcaba. Si la operación de voladura controlada «exprés» para situar a Susana Díaz al frente del partido primero y de la Junta después acaba descarrilando por cualquier motivo, sólo la dirección nacional de Ferraz estará capacitada para recordar que los experimentos se hacen con gaseosa... y en el PSOE las experiencias de primarias se sabe cómo empiezan, pero de cómo acaban, qué les voy a contar...