Angel del Río

Vuelve Don Limpio

Los conflictos laborales que se enquistan, las huelgas por ejemplo, no se acaban hasta que las partes, después de llegar a un acuerdo y ser ratificado, no han mostrado públicamente humildad y no se apuntan el acuerdo como una victoria unilateral. Esta huelga de recogida de basuras en Alcorcón se podría haber desconvocado el pasado viernes, pero los trabajadores, que votaban en asamblea el preacuerdo, estaban bastante calentitos por declaraciones de la otra parte como para votarlo y asumirlo, y eso es un error del que algunos mandatarios tendrán que aprender.

Ayer, por fin, en segunda tentativa, se consiguió el apoyo mayoritario de la asamblea de trabajadores al preacuerdo establecido. Quizá esto fue posible porque la votación fue secreta, en urna, individual, y no a mano alzada. Cuando se vota en secreto, uno puede emitir el voto que le pide el cuerpo y no el que le piden otros; es decir, es más libre para calibrar lo que la huelga resta a su salario.

Resuelto el conflicto en Alcorcón, hay que huir de tentaciones que puedan herir sensibilidades. No hace falta recordar ahora y machacar por una de las partes que ésta era una huelga sin sentido, sin nada que la justificara, que nunca debería haberse convocado, y por la otra, dejar machacona constancia de que con tantos días de huelga sucia se ha impedido que se llevaran a cabo planes muy lesivos para los intereses de los trabajadores.

Ahora queda saber quién pagará las pérdidas ocasionadas por un conflicto de larga duración; si el Ayuntamiento va a mantener su intención de exigir a los convocantes que se hagan cargo de los daños producidos en el mobiliario urbano y en las cosas, o por el contrario, como es habitual, echarán pelillos a la mar, y que los destrozos vayan al capítulo de gastos generales. De momento don Limpio ha vuelto a las calles de Alcorcón y los vecinos volverán a respirar mejor y a pasear sin ir regateando residuos malolientes.