Internacional

Y Colombia dijo «no»

La Razón
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Se celebró el referéndum para la ratificación del Acuerdo alcanzado entre el Gobierno colombiano y las FARC anunciado por el presidente Santos y los colombianos dijeron «no» a dicho acuerdo. El 50,21% se opuso al mismo frente al 49,78% que lo apoyó. La sorpresa que para muchos ha supuesto este resultado tiene que ver con las enormes expectativas que del mismo se vendieron por el Gobierno de Colombia que, en palabras del ex presidente Pastrana, destinó mil millones a una campaña de difusión en favor del «sí», desproporcionada para un acuerdo que, si fuera tan bueno, no habría exigido esa cantidad de recursos para convencer a los ciudadanos. Y a las que se crearon con la movilización de líderes de distintos países y organismos internacionales que dieron su apoyo con su presencia en su firma. El resultado es un enorme varapalo al presidente Santos y su Gobierno que en los últimos años han centrado su discurso y su prioridad política en un acuerdo que, desde el primer momento en que se conocieron sus términos, suscitó el rechazo de los partidos de la oposición liderados por el expresidente Uribe. Santos se ha apresurado a decir que sigue al frente del Ejecutivo, y ha convocado a los partidos a una reunión urgente. Uribe ha afirmado su disposición a acudir y dialogar para buscar un acuerdo que permita alcanzar el objetivo que todos persiguen que no es otro que la paz. Pero no a cualquier precio y de cualquier manera.

Muchos advirtieron de que ese acuerdo era una cesión excesiva a unos terroristas que durante 50 años llenaron de muerte y horror Colombia, a los que se otorgaban privilegios político electorales y representativos, así como judiciales, al poder eludir la cárcel con sólo confesar sus graves crímenes, con un tribunal «ad hoc» para juzgarlos paritario entre miembros de las FARC y del poder judicial, y colocando prácticamente en posición de igualdad a los militares y los terroristas.

Los ex presidentes Pastrana y Uribe pidieron a los líderes internacionales que fueran prudentes y no se prestaran a ser utilizados en favor de una posición política determinada en una cuestión interna de los colombianos muy delicada. Claramente fue una imprudencia acudir a refrendar un acuerdo cuya validez dependía todavía de su aprobación por los colombianos. La alteración del orden natural de los pasos a dar no consiguió el efecto perseguido y les ha dejado en mal lugar. Reducir ahora este resultado a una simple oposición política del «no» para desgastar al Gobierno es tanto como decir que pretendía un rédito político a cualquier precio. Que más de un 62% de colombianos no haya participado en el referéndum sobre el tema que más dolor les ha causado en las últimas décadas debe llevar a reflexionar si la negociación es lo que esperaban de su lucha contra los terroristas. El atajo o la concertación con los terroristas lleva siempre a su fortalecimiento y a la debilitación del Estado. Como ha dicho Uribe: «Todos queremos la paz. Pero que se garantice la libertad. Y ello exige respeto a la Constitución, no su sustitución; justicia, no derogación de instituciones; pluralismo político, no premio al delito».

Sólo con la rendición de los terroristas, la entrega de las armas, la petición de perdón a las víctimas, el resarcimiento de los daños causados, el cumplimiento de las penas y la renuncia a sus actividades delictivas, se puede construir una paz fuerte y duradera en la que quepa la generosidad. Ojalá se esté a tiempo y se logre conseguir la paz.