Angel del Río

¿Y si fuera alcalde?

La Razón
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Los que gustamos de llorar nostalgias de vez en cuando echamos de menos aquellos agostos de hace algunos años, cuando en Madrid se ponía el cartel de: «Cerrado por vacaciones», y la vida social, política y oficial guardaba un periodo de hibernación en plena canícula. Pero los tiempos de vacaciones, como las ciencias, adelantan que es una barbaridad, y agosto ha dejado de ser el mes pasivo, inhábil, de relajamiento urbano, porque cuando la política no se toma vacaciones, todo sigue activo y una tormenta agosteña, con discreto aparato eléctrico y algún trueno que otro, puede anegar un espacio, llevarse por delante cualquier obstáculo. Eso es lo que ha pasado con Antonio Miguel Carmona, al que su partido le ha quitado la portavocía del Grupo Socialista en el Ayuntamiento.

La cosa se veía venir desde que el pasado mes de febrero Pedro Sánchez dio un golpe de intervencionismo en la mesa del PSM y le quitó a Tomás Gómez la candidatura a la Comunidad y su silla de secretario regional del partido, tomando como argumento las malas previsiones electorales que indicaban las encuestas. No se atrevió a hacer lo mismo con Carmona, porque no tenía antecedentes de fracaso electoral, ni las encuestas le eran tan crueles, ni quería remover más en el seno del PSM. Pero Carmona quedaba en el punto de mira de Ferraz.

Las elecciones del 24 de mayo dejaron al candidato socialista con los peores resultados de la historia del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid. Alguien le invitó a que abandonara, pero no quiso, a cambio tuvo que aceptar, como jefe del grupo municipal de su partido, cumplir la política de pactos establecida desde Ferraz, que pasaba por el apoyo a la investidura de Manuela Carmena como alcaldesa. Lo hizo Carmona, por disciplina y con la nariz tapada. Y empieza su calvario personal en el momento en el que afloran los desatinos, excesos y contradicciones de la alcaldesa y su equipo de gobierno. Carmona se siente incómodo con esa situación, que le obliga a seguir apoyando decisiones y actitudes que personalmente no comparte. El Gobierno de Ahora Madrid también se siente inquieto ante la posibilidad de que un día el amigo socialista no aguante más daños colaterales y provoque una situación de crisis. Las elección de Sara Hernández como nueva secretaria del PSOE-M, y su afinidad con el aparato de Ferraz, da el golpe de gracia político a Carmona. Pero éste no se rinde; le quitan la portavocía del grupo, pero conserva su escaño de oro, que en una situación de crisis, de moción de censura, por ejemplo, resultaría decisivo. Él, su voto y su circunstancia pueden dar la alcaldía a Aguirre, o conseguirla para él mismo. Carmona es un verso suelto para completar el poema tragicómico, aún por escribir, en el Ayuntamiento de la capital de España.