María José Navarro
Yo, Leonor
Perdonen que insista: ¿Se puede estar más mona, más elegantona, más impresionante que servidora? ¿Vds. me han visto con mi melenón y mi camisetilla marinera, visitando al abuelo? Se lo dije a mi padre: «Menos mal, hijo mío, que me tenéis a mí, que adorno por donde paso». La otra es mi hermana, efectivamente. No está mal tampoco, pero yo soy más alta. Ella tiraba un poco al principio a caballo de picar pero se ha ido estilizando y ahora me trata de imitar. Ya han visto que le ha salido el mechón ese tan estiloso que tengo yo en el pelazo, pero vamos, que aún le queda para igualarme. De momento va por la vida como Belinda. Muda, la pobre. Yo tengo ya, sin embargo, un discurso muy elaborado. El viernes ya pude decir unas palabras a los súbditos periodistas. «Está muy bien el abuelito», solté. Y el personal babeó. Estuve a punto de añadir mirando a mi padre «déjame hablar», pero mejor no removamos episodios pasados. El caso es que fuimos a ver al abuelo, que está muy gracioso con el andador. Mejor carácter no ha «echao» estos días, no vayan a pensarse que el médico gallego ese que vino de América hace milagros. Le llevamos unos dibujos que nos obligó a pintar mi madre a base de pellizcos y que tuvimos que cambiar a última hora porque yo puse demasiados elefantes y parece que eso no cae bien en esta familia. Total, que todo bien. Ahora le estoy enseñando a mi hermana a decir «abdicar», para que lo suelte así como de indirecta la próxima vez que veamos al abuelo, a ver qué pasa. Jo, es que me aburro.
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