Fútbol
Zona cerril
No hay en España un público más ofensivo con la mayor parte de la población española que el del Camp Nou-1714 . El recurrente mensaje de «Catalonia is not Spain» escuece, y la repetitiva pancarta «Democrácia» ofende desde su procedencia, en cuyo origen están quienes se ciscan en ella, en la Carta Magna, en el Estatut y en reglamentos esenciales como los del Parlament.
El Camp Nou es territorio comanche y no puede ser comparado con el Metropolitano, porque los del Wanda son otros indios, aunque ya no acampen a orillas del Manzanares. La afición del Atlético, con banderas o sin ellas, siempre presiona para favorecer a su equipo, sea o no el Día de la Hispanidad. En el Bernabéu, por llevar un poco más allá la rivalidad interclubes, se pueden ver cientos de camisetas azulgrana dentro y fuera del recinto en día de clásico. En can Barça no admiten enseñas nacionales y si el incauto cae en zona cerril, puede darse por jodido. A uno del Madrid le intimidaron por llevar puesta la zamarra de su equipo y tuvo que quitársela y esconderla, tras la intervención de la gente de seguridad, para no terminar en el Vall d’Hebrón.
Mezclar política con deporte, e incluso hablar de uno u otro asunto en una comida familiar con todos los cuñados alrededor de la mesa, puede resultar sano ejercicio si se guardan las mínimas reglas de urbanidad, de educación y de respeto a las ideas y a los colores del adversario. El diálogo civilizado es conveniente ante quien sólo practica el monólogo crispado. Alguien dijo que tus derechos terminan donde empiezan los míos; pero no está de más establecer previamente la frontera. Que la del fútbol sea la pasión.
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