Reyes Monforte

Zorra

La Razón
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Decía el filósofo griego Diógenes de Sínope que el insulto deshonra a quien lo infiere, no a quien lo recibe. Pero hablar de honor a los cobardes es tan inútil cómo que un ciego le diga a un mudo que no le grite porque no le ve.

En las últimas horas unos energúmenos han decidido demostrar su sutil ignorancia llamando zorra a dos mujeres. Todo muy original. A la cantante Eva Amaral alguien la llamó zorra en uno de sus conciertos. Podía haber parado la actuación y avergonzar al energúmeno, como hizo Alejandro Sanz hace unos días con un hombre que estaba pegando a una mujer. Pero Amaral prefirió hacerlo después, en una red social: «Ayer no consentí que este patán se adueñara de la fiesta pero hoy ya en frío, lo siento, no me lo como. ZORRA sí, MaciZORRA. Tú dentro de este zoo no eres más que una sabandija». La concejala de Ciudadanos, Begoña Villacís, denunció una pintada con la misma palabra en el muro de su casa. Ante semejantes argumentos, uno se queda sin palabras para responder a quien no tienen ni media contestación.

Siempre que escucho la palabra «zorra» como insulto recuerdo al juez Del Olmo, instructor del juicio del 11-M ,y que, sin embargo, pasará a la historia por un vómito en forma de sentencia en el que reconocía que llamar zorra a una mujer «no constituye menosprecio o insulto si quien utiliza este término lo hace para describir a un animal que debe actuar con especial precaución». Mejor no saber dónde estudió este portento de la judicatura y de la semántica.

Decía Virginia Wolf que pensar era su forma de luchar. La forma de luchar de los ignorantes es el insulto, el cobarde, el que se escribe con nocturnidad y alevosía en un muro o el que se lanza desde el anonimato guarecido en la oscuridad de una sala abarrotada de gente. Se definen ellos solos, para qué hacerlo el resto. Basta con decirles lo que le contestó Diógenes a Alejandro Magno cuando éste le pidió que le demandara lo que quisiera: «Muy poco, apártate que me tapas el sol».