«De Bellum luce»

Las cosas que cuentan y las alfombras que huelen

Si antes de las elecciones generales la directriz era ayudar a Yolanda a coger posición política y electoral, la instrucción ahora es asfixiarla en la política y en las urnas

Cuentan que ahora que ya no tiene el obstáculo de la oposición de Miguel Barroso, Iván Redondo está intentando volver a meter la pata en La Moncloa. La «fontanería» de Palacio no acaba de coger el tono ni de encontrar su sitio en esta Legislatura, y si no que se lo digan a Óscar López, a quien echan la culpa de la redacción de una carta de rectificación de las informaciones de El Confidencial sobre la esposa del presidente del Gobierno que se leyó como una declaración de culpabilidad.

Cuentan también que en esa «fontanería» del Gobierno creen que hay que meter todavía más mano en RTVE, y que lo de Broncano es sólo el primer asalto dentro de una nueva guerra de competencia desleal en la que, como la obsesión es silenciar a las privadas, que no bailan al ritmo del argumentario sanchista, hasta quieren volver al modelo de la tele pública que entraba en la pelea de la captura de publicidad.

Por cierto, también se escucha decir que más le vale al gurú de la comunicación, que iba de pareja de Barroso, que se cuide de las alfombras que le han puesto su amigo Pedro porque empiezan a levantárselas y lo que esconden pueden que tenga muy poco de presentable y de estético. Como poco.

Los que mandan ahora en el control de la comunicación del Gobierno son menos listos o más torpes, pero lo cierto es que no aciertan con el clavo. Por eso que se ande también con cuidado Yolanda Díaz porque van a por ella los mismos que la ayudaron a construir el personaje que con habilidad y eficacia representó en la pasada Legislatura. Si antes de las elecciones generales la directriz era ayudar a Yolanda a coger posición política y electoral, la instrucción ahora es asfixiarla en la política y en las urnas. Tan nada es lo que parece que si creímos que su mayor problema iba a ser la venganza de Pablo Iglesias hoy sufre porque quien puede acabar matándola es su amigo Pedro.

Por último, también se dice que el problema en Moncloa con las cosas de Begoña tiene un flanco personal que agrava lo que estéticamente es impresentable, se mire por donde se mire, aparte de que no pasa los mínimos estándares de separación de lo público y de lo privado con los que se manejan en Bruselas.

Ay, pero entre tantas cosas que se cuentan, lo más increíble es lo bien que todos llevan la penitencia con la que cargan. Será por eso de que la política cada vez parece más una función del teatro de lo absurdo.