Opinión

La culpa no es de Díaz

El mayor favor que hizo Pablo Iglesias al PSOE fue su designación como sucesora cuando la cedió la vicepresidencia del Gobierno.

Pedro Sánchez hizo todo lo que consideró necesario para permanecer en el Palacio de la Moncloa. Se sometió a los independentistas modificando el Código Penal, indultó a los condenados del Procés y aprobó una ley de amnistía a la medida de Puigdemont.

A cambio, los separatistas han convocado elecciones en el momento más inoportuno para el líder socialista, poniendo en jaque la legislatura. Sánchez siempre busca un culpable, en esta ocasión, le ha tocado a Yolanda Díaz sobre la que está descargando toda la ira con el argumento es que no ha “sabido controlar a los comunes”.

En realidad, el mayor favor que hizo Pablo Iglesias al PSOE fue su designación como sucesora cuando la cedió la vicepresidencia del Gobierno. Para Sánchez fue todo un regalo, más dócil que el líder morado y con una bolsa de votos que debería ser suficiente para revalidar gobierno y que salía de las costillas de Podemos.

A pesar de que le dio todo el espacio que necesitó en la campaña electoral, el resultado fue pírrico. Que Díaz es un bluf no es ninguna novedad, pero responsabilizarla de que los independentistas no hayan sido leales, es excesivo.

La escenificación de Bolaño y Montero en el Congreso, ninguneándola no es de buen gusto, pero el ejecutivo no se caracteriza, precisamente, por la elegancia política. En realidad, no hay más responsable que Sánchez, que ha pagado mucho por muy poco.

Ha debilitado al Estado, ninguneando al Poder Judicial y ha interferido a través del legislativo en procesos penales iniciados para darle a un fugado de la Justicia española, tratamiento de honorable. Todo ello, de dudosa calidad democrática.

ERC y Junts no son socios, no han llegado a acuerdos políticos, sencillamente han realizado una operación mercantil de compra de poder que se ha pagado con publicaciones en el BOE.

Los independentistas tienen como objetivo la segregación de Cataluña y, cuanto peor le vaya al Estado español, mejor para sus intereses. Aragonès ha convocado elecciones porque es el momento mejor para que ERC libre la batalla con Junts por el liderazgo separatista y porque la Generalitat seguirá en manos del independentismo.

Sánchez no aguantará mucho tiempo. Es probable que en noviembre los españoles estén votando nuevamente. Esta vez, con el PSOE en mínimos, Sumar residual e Iglesias poniendo cañas en su bar, ya veremos si Puigdemont será Presidente o se quedará en vicepresidente, eso sí, pensando en la próxima trastada.