Editorial

Deriva crítica para la primera democracia

Resultaría simplista señalar sólo a Trump por la deriva crítica de Estados Unidos por más que su peripecia personal sea tan sombría

Hay quien defiende que nada ha vuelto a ser igual en la política estadounidense desde que Donald Trump llegó a ser el presidente de la nación más poderosa del mundo. Su impacto en la sociedad y en la democracia alteró hasta los equilibrios y las convenciones más asentadas. Ni siquiera su derrota electoral resultó un bálsamo, pues se cuestionó la integridad del escrutinio y la victoria de Joe Biden. La polarización en todos los ámbitos del país se ha enquistado en el modo de vida americano, con episodios impensables como el del asalto al Capitolio, que se ha agudizado a medida que los procesos electorales han aparecido en el horizonte. Se ha entrado en una dinámica tóxica que Estados Unidos ha sido incapaz de revertir hasta la fecha. Siempre, con Donald Trump y sus aspiraciones a ganar de nuevo la Casa Blanca en el centro del tablero y la amenaza que supone en determinadas esferas públicas y privadas. El propio magnate relató casi en directo el penúltimo estallido que se avecinaba en su frente judicial con cuatro causas federales. Trump se ha convertido en el primer expresidente estadounidense imputado por delitos criminales en una causa relacionada con el pago a la actriz porno Stormy Daniels a cambio de su silencio. El presunto delito habría sido entregar 130.000 dólares con fondos de campaña para que no hablara sobre el affaire entre ambos, lo que no ha hecho. Un gran jurado de Nueva York lo ha acordado y el antiguo inquilino de la Casa Blanca deberá seguir el procedimiento de cualquier otro presunto delincuente común y ponerse a disposición de la Justicia, que muy probablemente decretará su puesta en libertad a la espera de juicio. De los retorcidos goznes sobre los que giran estos nuevos tiempos norteamericanos da idea que lo que sería una humillación y una indignidad que acabarían con cualquier responsable público, Trump, que en noviembre anunció su candidatura a las elecciones presidenciales de 2024, lo explotará como una oportunidad, con los republicanos aventando el discurso de la cacería política y los demócratas con el principio de que todos somos iguales ante la ley. Los sondeos han detectado un espectacular crecimiento en los apoyos al expresidente en otro testimonio de que la sociedad estadounidense adolece de una honda complejidad, afectada por los estragos de una fractura que, lejos de reducirse, empeora. Resultaría simplista señalar sólo a Trump por la deriva crítica de Estados Unidos por más que su peripecia personal sea tan sombría. Demasiada desinformación y una sobredosis de intereses cruzados en medio de una acuciante falta de liderazgo político y la orfandad de referentes. La polarización y el populismo son síntomas de degradación en los regímenes liberales. Anidan y medran en entornos y coyunturas inseguras. Mal tiempo este de guerra, bloques y tensión geoestratégica para que Washington se manifieste vulnerable.