Bonus Track
Desolación
Los soldados apenas libran ya batallas, pues los locos han tomado la iniciativa. Porque en realidad ya no hay guerras, solo pura desolación
Imágenes pavorosas, reproducidas en incontables pantallas por todo el mundo, de unos macacos armados con rifles y cuchillos, que sueltan espumarajos de rabia mientras gritan la blasfemia de que cometen crímenes en el nombre de Dios, intentando justificar de manera infame sus horrendos actos. ¿En nombre de Dios? ¿Qué Dios paleolítico autorizaría el asesinato de niños, adolescentes, ancianos, bebés, embarazadas…? Solo alienados y enfermos de necedad pueden apelar a la divinidad para fundamentar sus delitos. Chorlitos sangrientos que, a su paso por esta pobre Tierra, dejan profundas huellas de dolor mientras juran hacerlo en nombre de un «bien superior»: rancia ideología, nacionalismo cerril y decrépito, un libro sagrado mal interpretado... Etc. La ideología y la religión son excusas recurrentes para cometer orgiásticas barbaridades, insanias depravadas, chifladuras espantosas. Los terroristas serían acusados de crímenes de guerra si lucharan en una guerra de verdad, pero ya no hay tales guerras. En la guerra, los bandos contrincantes se muestran, mientras el terrorismo usa las antiguas tácticas de guerrilla y ocultamiento para hacer daño a inocentes e intimidar por terror. Desde que el llamado «movimiento guerrillero» cubano tomó el poder, los falsos «combatientes» adquirieron un aura de heroísmo, no solo en los países latinoamericanos, sino entre cualquier corriente violenta antioccidental. Los terrorismos anarquistas, anticolonialistas y nacionalistas sirvieron de ejemplos para el terrorismo islámico, que es la última modalidad de brutalidad que sufre el planeta. Incluso la guerra había logrado, tras milenios de cruel irracionalidad, regirse por reglas. No asesinar a civiles inocentes sería la principal, la línea roja fundamental, pero la II Guerra Mundial batió récords de monstruosidad y se inició una deriva que ha concluido en el horror como espectáculo. El espectáculo de la sangre derramada emitido en directo. El terror como «mass media» propagandística, como arma de disuasión y conquista ideológica mediante el miedo amplificado. Los más infames, bajos y agusanados terroristas ejercen el simple terror, que está sustituyendo a las atroces contiendas bélicas. Los soldados apenas libran ya batallas, pues los locos han tomado la iniciativa. Porque en realidad ya no hay guerras, solo pura desolación.
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