A pesar del...
Un día contra Milei
Un artículo subrayaba que en «los barrios ricos» se votaba por Milei, mientras que la escritora Pola Oloixarac escribía: «lo votaron masivamente los pobres, el grupo social que tradicionalmente acompaña al peronismo»
Ya he advertido en este rincón de LA RAZÓN que el miedo a Javier Milei es el miedo a la libertad. Veamos hasta qué punto agita ese vértigo a los socialistas de todos los partidos. En un solo día, el domingo pasado, casi no podía uno abrir el diario El País sin encontrar muestras de dicho desmayo.
En la entrevista con María Jesús Montero, la ministra y vicepresidenta cuarta destacó la «preocupante» situación que ilustraba la victoria del nuevo presidente argentino. Mariam Martínez Bascuñán lo señaló como muestra de «la ofensiva ultra».
Dos páginas enteras –naturalmente, de información– destacaban que la dolarización es inviable según «economistas de todo el mundo», y que Milei «busca un radical giro conservador en un país de referencia para los derechos sociales en América Latina». Igual es porque los famosos derechos sociales han hundido a la mitad del país en la pobreza.
La coherencia, bien, gracias. Un artículo subrayaba que en «los barrios ricos» se votaba por Milei, mientras que la escritora Pola Oloixarac escribía: «lo votaron masivamente los pobres, el grupo social que tradicionalmente acompaña al peronismo».
Jordi Amat –ya estaban tardando, señora– recurrió a Josep Pla para comparar a Milei con Hitler: «Es un histérico del nacionalismo. Es un hombre sin preparación alguna, es un botarate, pero a veces tiene golpes geniales y ataca con gran furor».
El suplemento «Ideas» dedicó al presidente liberal su portada y dos páginas escritas por Jahel Queralt y Fernando Tesón. Cuestionan la defensa de Milei de las libertades: «manga ancha para las económicas; no, por ejemplo, para las de los colectivos LGTBI o para el derecho al aborto», y se añadía un clásico antiliberal: «En la utopía de Milei no hay constituciones, sino contratos, no somos ciudadanos, sino clientes». Ya se sabe que los progres odian a los clientes, es decir, personas que pueden elegir si pagan o no.
Por fin, en otro artículo, Federico Rivas Molina criticaba al nuevo presidente, porque Milei ha osado cuestionar el relato oficial según el cual lo único malo de la historia argentina del último medio siglo fueron los militares. Vamos, que no hubo bandas terroristas, ni nada. Y, para colmo, duda de los dogmas apocalípticos del cambio climático: «un invento de los socialistas para seguir robando». Imperdonable.
Y todo esto, señora, acaba de empezar.
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