España

Aliento económico

Para una economía en recesión acumular cifras positivas en los índices macro sobrepasa lo circunstancial para convertirse en algo sustantivo. En este sentido, España suma ya unos cuantos apuntes favorables como para pensar que son reflejos espasmódicos de la actividad, por menor que ésta sea, ni para relativizar el alcance y significado del escenario que se conforma. En ese marco, el mercado laboral ha dado signos esperanzadores. El Gobierno anunció ayer que el paro registrado se redujo en mayo en 98.265 personas, hasta 4.890.928. Es un dato positivo por distintas razones. Se trata del tercer mes consecutivo con descensos del desempleo y del mejor mayo desde 1997, cuando arrancó la serie histórica. Aunque es cierto que este mes es tradicionalmente bueno para el trabajo, la media de reducción del paro es de 54.450 personas, con cifras como las de 2012, con 30.113, que están muy por debajo de lo conseguido este año. No se puede negar que el factor estacional pesó en la buena cifra como es tradicional, como tampoco que hay una secuencia de tres meses en positivo y que la respuesta del mercado sobrepasó con creces los precedentes. La afiliación a la Seguridad Social, otro indicador si cabe más fiable del panorama en el mercado laboral, creció también en mayo, por tercer mes consecutivo en 134.660 personas, hasta un total de 16,37 millones de ocupados. Se trata del nivel más alto en lo que va de 2013. Igualmente relevante fue que la mejoría afectó a todos los sectores y comunidades, además de a los jóvenes, uno de los colectivos más castigados por la crisis. Para los autónomos resultó el mejor mes desde 2007, con 12.532 nuevos registrados. Pese a estos registros incuestionablemente alentadores en el que es el mayor problema económico y social del país, hablar de un cambio de tendencia sería precipitado y, probablemente, un error. A diferencia de los tiempos presididos por la retórica de los brotes verdes, el Gobierno ha reaccionado con la cautela adecuada y sin dar margen a la euforia. Rajoy se alejó de posiciones complacientes y exigió a los suyos prudencia. Un acierto. Los síntomas indican que la economía deambula con esfuerzo y sacrificio por el camino adecuado y que las decisiones adoptadas fueron las que convenían, pero la meta está todavía demasiado lejos y muchos ciudadanos sufren las consecuencias dolorosas de la crisis. Las cifras del paro, como las de las exportaciones, el turismo o la automoción, así como la mejoría en el consumo, la inversión o la prima de riesgo son empuje para perseverar en las reformas. España necesita crecer para encauzar la recuperación y crear empleo de forma sostenida. Insistimos en que no hay atajos ni fórmulas mágicas, sino tesón y rigor con la convicción de que los resultados llegarán.