Gobierno de España

Ciudadanos da un paso más para facilitar un Gobierno

La Razón
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Antes de que Albert Rivera anunciase en una solemne comparecencia en el Congreso las seis condiciones para negociar el «sí» a la investidura de Mariano Rajoy, éste ya tenía el documento encima de su mesa. De esta manera, ya sabemos el contenido de la reunión –o parte de ella– que ambos celebrarán hoy, la segunda en dos semanas. Lo importante es el paso en sí dado por el líder de Ciudadanos: abrir otra puerta más hasta llegar a lo que será la mesa en la que se cierre un acuerdo para facilitar un Gobierno. Estamos en el buen camino. Han pasado 274 días y convertir el bloqueo institucional en un mero asunto de políticos profesionales puede ocasionar graves daños al sistema. El más inmediato e indeseable sería volver a repetir las elecciones. El último CIS vino a decir que no servirían de nada. Para evitarlo es necesario concretar las propuestas. No es un mal principio para abrir una negociación presentar unas condiciones. Ha pasado el momento de los mensajes genéricos, que siempre son una buena coartada para no hacer nada. Las condiciones de Rivera se centran en la regeneración y la lucha contra la corrupción política, que, para su partido, son una seña de identidad que en estos momentos quiere levantar bien alto (es comprensible), y que ha resumido en seis puntos. Digamos que el presidente de Ciudadanos ha tarareado la canción y no suena mal. Hará falta un buen arreglo que ajuste la música con la letra para que no acabe siendo sólo una melodía pegadiza. Uno: que cualquier cargo público imputado por corrupción sea apartado puede ser aceptado como principio general, a falta de detalles jurídicos. Dos: en la eliminación del aforamiento habría también que ajustar los riesgos que suponen los «intereses difusos» para la protección de diputados y senadores. Tres: una nueva Ley Electoral puede llevarse a cabo bajo las condiciones propuestas por Rivera –listas desbloqueadas y que el voto valga igual o haya mayor proporcionalidad–, pero sería necesario el consenso del PSOE. Cuatro: sin duda, el indulto en casos de corrupción entraría en contradicción con la filosofía regeneracionista expuesta. Cinco: la limitación del mandato a ocho años o a dos legislaturas siempre sería mejor si hay estabilidad política, que no es el caso. Y seis: en cuanto a la creación de una comisión parlamentaria para investigar el «caso Gürtel», habría que partir de que ésta no se prolongue innecesariamente y se convierta en un juicio político al PP –después de todo, este partido ha sido profundamente investigado en los tribunales–, además de no circunscribirla exclusivamente en los populares. Éstas son las condiciones que, como decíamos, son perfectamente asumibles, si se completan y matizan, para no acabar haciendo de ellas un mero muestrario de los principios de Ciudadanos o de la prueba de que ha sabido imponer al PP sus condiciones. Ninguna formación debe salir perdiendo de este partido; todos deben ganar. Lo que está latente y hoy puede quedar despejado es que el paso dado por Rivera puede ser el principio de una negociación más en profundidad. Poner ahora encima de la mesa los aspectos más «visualizables» y simbólicos de un futuro acuerdo nos puede estar anticipando que hay un trabajo previo en materias fundamentales, como presupuestos, techo de gasto y revisión de algunos capítulos de la política fiscal. Sería deseable. Rivera añadió a su programa otra condición que podemos calificar de sofisma: hacer pasar por verdadero lo que sólo parece verdad. Pedir que Rajoy ponga día y fecha al debate de investidura requeriría llegar previamente a algunos acuerdos sólidos, que es precisamente lo que deben hacer ahora. No es el momento de perdernos en bucles que no llevan a nada. Rivera sabe que sin acuerdos no hay investidura. Rajoy ha dicho por activa y por pasiva que quiere gobernar, pero que para conseguirlo necesita los apoyos suficientes bajo un acuerdo que permita una legislatura activa y con planes reformistas. Estamos en un momento clave para desbloquear la situación. Paso a paso, se ha abierto la posibilidad real de un Gobierno, después de unas semanas en las que el fatalismo se había impuesto. Pero la mayor fuerza reacia sigue siendo el PSOE. Rivera dijo ayer que los seis puntos de las condiciones para abrir la negociación con el PP estaban ya en el acuerdo que en la fallida pasada legislatura habían alcanzado socialistas y Ciudadanos. Es evidente que hay un intento de sacar a Pedro Sánchez de su ofuscamiento. No será fácil. El voto positivo de Rivera es el principio, pero sin la abstención, en la forma que sea, del PSOE estaríamos condenados a nuevas elecciones. Algunos barones y dirigentes socialistas apuestan por dejar que Rajoy gobierne si sólo depende de la abstención. El barómetro del CIS del pasado lunes puso el espejo delante y dejó claro que en unas futuras elecciones el resultado no variaría, por lo que las formaciones políticas están obligadas a desbloquear la situación con el número de diputados con que cada uno cuenta. Eso es la política, lo contrario es lo peor de la política.