Berlín
Con el viento a favor
El curso político echa hoy a andar con el regreso del presidente del Gobierno a La Moncloa y la reincorporación de los ministros a sus despachos. Mariano Rajoy afronta el ecuador de la legislatura en mucha mejor situación que hace tan sólo seis meses debido, en gran medida, a las buenas perspectivas económicas que apuntan a una pronta salida de la recesión. A diferencia del pasado año, cuando los mercados financieros especulaban sin pudor con un seguro rescate de España, ahora predomina la confianza en la recuperación de la economía y se da por seguro que las reformas del Gobierno empezarán a dar más frutos, sobre todo reduciendo el paro e impulsando el crecimiento. Además, las buenas noticias económicas que llegan desde Berlín y París contribuyen a reforzar un cierto optimismo sobre la evolución del segundo semestre del año. Lo cierto es que hasta los analistas más exigentes admiten que la política reformista de Rajoy ha sido acertada y que sin las modificaciones estructurales de los mercados laboral y financiero, así como por la reducción del déficit fiscal, hoy España estaría muchísimo peor con su economía sometida a la intervención de la troika. Rajoy, por tanto, afronta el curso con la seguridad empírica de que está en el buen camino y con el respaldo de unos datos positivos. Es decir, con todos los argumentos para culminar el proceso de reformas profundas a las que se comprometió hace dos años para sacar a España del túnel en el que la metió el PSOE. En este capítulo, el Gobierno debe tomar decisiones sobre las indicaciones de Bruselas y del FMI (pensiones, retoque de la legislación laboral y déficit fiscal) y llevar a término las reformas judicial, del mercado único, de las administraciones y la tributaria para crear empleo. Pero sobre todo, está comprometido a poner en marcha el plan de regeneración democrática que anunció Rajoy en el Debate sobre el Estado de la Nación y que concretó en su comparencia sobre el «caso Bárcenas». Por tanto, impulso económico y regeneración ética serán los dos ejes sobre los que gire la política del Gobierno, cuyo horizonte estará determinado por dos compromisos de primer orden: el de elaborar unos Presupuestos para 2014 orientados al crecimiento sin desatender al fuerte ajuste fiscal; y el de las elecciones europeas, en mayo, auténtica prueba de fuego para el equipo de Rajoy. Mientras tanto, el Ejecutivo habrá de lidiar con la creciente presión separatista de los nacionalistas catalanes y con una oposición de izquierdas que parece haber renunciado a la centralidad responsable para entregarse, por un lado, al radicalismo populista y, por otro, al «caso Bárcenas», con el cual el PSOE intenta frenar su propia decadencia y camuflar sus carencias como alternativa de gobierno. Rajoy no lo tiene fácil, pero el viento sopla a su favor.
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