Vitoria

Dejadnos en paz

ETA ha reaparecido con un nuevo comunicado en el que no ha renunciado a su lenguaje iluminado y fuera de la realidad para volver a justificar su barbarie. La primera sensación es que los problemas de la sociedad española y vasca son otros y que esta banda terrorista es incapaz de dar soluciones porque lo único que ha demostrado saber hacer es matar. Ellos son el problema. España y Europa van por otro camino y sólo el fanatismo integrista sostiene que hay que eliminar a los que disienten de ellos. Ha pasado su tiempo y ya forman parte del basurero de la historia. Han dejando de matar, pero no por su voluntad y gracia, sino porque han sido derrotados por el Estado de Derecho. Como todos los grupos terroristas. Ahora sólo queda su disolución definitiva, la entrega de las armas y que asuman todas las responsabilidades legales de sus asesinatos, atentados y extorsiones. En este comunicado hablan de no renegar de su «trayectoria de lucha y asumir el relato de los opresores». Hecho público coincidiendo con el «Gudari Eguna» (Día del soldado vasco), no tiene más destinatario que los más de seiscientos presos que cumplen penas en cárceles de España y Francia y que se preguntan si tienen sentido los asesinatos cometidos en nombre de Euskal Herria. Este comunicado sólo quiere dar respuesta a este sinsentido. Su único capital político son centenares de presos. De ahí que quieran fabricar el «relato» de que la suya ha sido una lucha «justa» y «legítima», cuando la herencia dejada ha sido una larga historia de dolor. El verdadero relato lo escribieron unos ciudadanos vascos que un día se enfrentaron al miedo y al silencio y tomaron la palabra en medio de una sociedad atemorizada; las miles de víctimas que no vendieron su dolor por ventajas políticas a los cómplices de la banda; y, por último, la sociedad española y sus instituciones democráticas, que marcaron muy claramente una frontera infranqueable: la vida y la democracia. Y las Fuerzas de Seguridad, que defendieron el orden constitucional frente al terror. Que ETA, una banda con mil muertos y centenares de víctimas con secuelas incurables a sus espaldas, pida ahora la «reconciliación nacional» es una broma inadmisible porque su único destino es desaparecer y rendir cuentas. Sus cómplices y seguidores gobiernan en muchos ayuntamientos del País Vasco y cuentan con representación parlamentaria, pero todavía no han mostrado el menor gesto, ya no de arrepentimiento, sino de comprensión y respeto hacia las víctimas. La triste herencia de ETA sería un puro esperpento de no ser cierto que, como publicó LA RAZÓN en la edición de ayer, en un instituto de Amurrio (Vitoria) una treintena de alumnos fueron obligados a homenajear a dos etarras del muncipio puño en alto y cantando el «Eusko Gudariak». Ése es el verdadero relato del terrorismo.