Cataluña

Desgobierno en Cataluña

El presidente de la Generalitat tomó ayer una decisión contraria al bienestar de los catalanes y a la recuperación de la Comunidad. Artur Mas anunció la prórroga de los Presupuestos para 2013 después de que el reparto del déficit del Estado quedara fijado en un 1,58% para este año en Cataluña. Detrás de sus explicaciones de que «no puede haber más recortes porque estamos tocando hueso» hay sólo retórica y una excusa política sin recorrido. Artur Mas escogió la ruta más conveniente para sus intereses. Antes que gestionar los asuntos públicos, que tomar medidas no siempre sencillas pero necesarias y que asumir tensiones peligrosas con su socio de ERC ha preferido preservar su tranquilidad parlamentaria y hacer seguidismo de la posición de Oriol Junqueras, que ya defendió públicamente la prórroga de las cuentas de 2013 e incluso de las de 2014. Como es su costumbre, el presidente de la Generalitat aderezó su espantada presupuestaria con invectivas hacia España como gran enemigo, culpable de la precariedad del territorio y primer responsable de que Cataluña no vaya a disponer de Presupuestos para este ejercicio. Al servicio de este estado permanente de confrontación, Artur Mas anunció también que interpondrá un recurso contencioso ante los tribunales contra el reparto del déficit por considerarlo «injusto e ilegal», y que exigirá varias partidas de deuda reclamadas al Estado como condición para abordar las cuentas de 2014, además de subir los impuestos. El problema de la Administración nacionalista es que el discurso victimista no casa con la realidad, que certifica que la Generalitat pidió más de 20.000 millones al Estado en sólo dos años y que fue la comunidad que más asistencia financiera demandó. En esta coyuntura, señalar a España es una artimaña de política minúscula que sólo puede convencer a los que ya quieren ser convencidos, pero no a esa inmensa mayoría de personas que afrontan a diario un panorama difícil y, en ocasiones, extremo. Estamos, muy al contrario, ante un nuevo capítulo del desatino de una Generalitat paralizada y protagonista de un grave ejercicio de irresponsabilidad política y económica. El desatino secesionista y la bronca y el ruido que lo acompañan han supuesto en definitiva una dejación de las responsabilidades principales por parte de Artur Mas y sus consejeros, además de un freno en la recuperación. En este sentido, la prórroga de los Presupuestos ha sido el último eslabón en una cadena de despropósitos. El presidente de la Generalitat pudo y debió tomar la opción que el interés general requería: elaborar las cuentas con el déficit previsto y buscar apoyos entre los grupos del Parlament que estaban dispuestos a colaborar. Eligió, sin embargo, abocar a Cataluña y a los catalanes a una encrucijada marcada por la inseguridad, la arbitrariedad y el desgobierno.