Corea del Norte

El error de seguir el juego a la tiranía de Kim

La Razón
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No conviene menospreciar la capacidad del régimen comunista de Corea del Norte a la hora de manejar los resortes de la propaganda. Desde el final de la guerra entre las dos Coreas, mediante un armisticio firmado en 1953, la tiranía dinástica establecida por los Kim ha sabido utilizar el comodín del enemigo exterior para mantener sometido a su pueblo, incluso en los períodos de las grandes hambrunas, que llevaron a la muerte por inanición a millones de seres humanos. El lenguaje belicista, las grandes demostraciones de fuerza militar y los discurso inflamados de amenazas hacia Estados Unidos, Japón y sus vecinos del sur, ocultaban la mayor parte de las veces los problemas internos del régimen, siempre resueltos por medio del asesinato de discrepantes y de los fingidos o reales adversarios. Ciertamente, el hecho de que Corea del Norte, con la pasividad culposa de China, haya desarrollado el arma nuclear, da mayor dramatismo a sus campañas de propaganda y, dados los antecedentes criminales de sus dirigentes, extiende un comprensible temor en una zona tan propicia a la inestabilidad. Sin embargo, es un error seguir el juego a la tiranía de Kim Jong-un, como ha hecho el presidente Donald Trump, en un intercambio verbal más propio de matones que de un estadista occidental. Washington dispone de medios más que suficientes para neutralizar cualquier ataque norcoreano. Y Kim se lo sabe.