Benedicto XVI

El Papa de corazón fuerte

La Razón
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La renuncia del Papa Benedicto XVI, que se hará efectiva el próximo día 28, ha conmocionado al mundo, más allá de las ideologías y de las creencias religiosas. Además de ser un hecho infrecuente, pues la última dimisión papal data de hace varios siglos atrás, el relevo del Santo Padre al frente de la Iglesia es un acontecimiento que trasciende el ámbito de la Iglesia Católica y está llamado a influir en una escena internacional marcada por la globalización, las amenazas terroristas del islamismo radical y las tensiones económicas. Tras esta grave decisión, sin embargo, nadie debe ver otros motivos que los confesados por el propio Santo Padre: falta de fuerzas, mengua del vigor necesario para «ejercer adecuadamente» la enorme tarea de gobernar la barca de Pedro y de pastorear una comunidad de más de mil millones de almas.

Se abre ahora para los católicos una nueva etapa, que no es de incertidumbre sino de esperanza, llena de nuevos retos y de horizontes renovados. Los procedimientos para el relevo están reglados y previstos al detalle, de modo que no caben sorpresas. El Colegio Cardenalicio procederá en cónclave a elegir, a lo largo del mes de marzo, al que será el Papa 266º de la historia, de acuerdo a lo canónicamente establecido, dando continuidad y estabilidad a la institución.

Joseph Ratzinger han sido un gran Papa y, pese a su corto pontificado de siete años y medio, su legado pasará a la historia como una de las más sólidas contribuciones intelectuales al magisterio de la Iglesia, en la que ha sabido combinar con lucidez la fe y la razón. Destacan especialmente sus tres encíclicas y su indagación en la vida y el mensaje de Jesús con un lenguaje moderno, accesible y riguroso. Si en la primera encíclica, «Deus caritas est», realizó una espléndida disección del amor en una sociedad relativista que lo banaliza, en la tercera («Caritas in veritate») conecta con la doctrina social de la Iglesia y aborda con pulso firme las bases del desarrollo humano, las relaciones económicas y la dignidad del hombre. El tríptico pastoral se cierra con una reflexión sobre la esperanza basada en Dios sin la cual el hombre contemporáneo vaga errabundo y perdido.

Además, Benedicto XVI no ha rehuido ninguna de las cuestiones polémicas que agitan el debate social y ha sido firme en la defensa de la doctrina eclesial, en especial sobre el aborto, el matrimonio homosexual o los métodos anticonceptivos. Nunca rehuyó el contraste de pareceres ni el debate sereno, lo que no le ha impedido, como intelectual ávido de nuevas fronteras, combatir lo que él ha calificado como la «dictadura del relativismo».

Aunque su talante no era el de un gobernante al uso, Benedicto XVI supo empuñar el timón de las decisiones difíciles, entre ellas la de aflorar, reconocer y castigar las conductas delictivas que cometieron algunos miembros del clero, como los abominables abusos sexuales. Un ejercicio de transparencia que impulsó el Papa sin reserva de ninguna clase.

Con respecto a España, el Papa Ratzinger ha mantenido una intensa y constante relación con su Iglesia y sus obispos, a los que ha apoyado sin fisuras en su labor pastoral, ya fuera con motivo de su defensa de la familia, ya en grandes acontecimientos como la Jornada Mundial de la Juventud. El hecho de que en sólo siete años nos visitara hasta en tres ocasiones revela la predilección del Santo Padre por una nación de hondas raíces católicas como es España. En este punto, conviene subrayar que el Papa alemán había puesto especial interés en la Iglesia española como motor de nueva evangelización, sin duda el aspecto que como pastor más le preocupaba del Viejo Continente. En suma, Ratzinger ha sido un gran Papa de corazón fuerte en medio de las naciones y especialmente cercano a España, que le ha correspondido con respeto, cariño y admiración.

La renuncia del Papa Benedicto XVI, que se hará efectiva el próximo día 28, ha conmocionado al mundo, más allá de las ideologías y de las creencias religiosas. Además de ser un hecho infrecuente, pues la última dimisión papal data de hace varios siglos atrás.