Barcelona
El Papa que amaba a España
De hoy en una semana, el Papa Francisco presidirá la canonización de los dos pontífices más decisivos del último siglo, Juan XXIII y Juan Pablo II, no sólo para la transformación de la Iglesia sino también para la instauración de un nuevo orden internacional. Si el Papa Roncalli tuvo el coraje de impulsar a través del Concilio Vaticano II la más profunda reforma de las estructuras eclesiales para adaptarlas a la modernidad, el Papa Wojtyla contribuyó de manera determinante a ensanchar el mundo libre con la caída del comunismo. Sin su liderazgo internacional y su carisma personal, el ominoso Muro de Berlín habría permanecido en pie muchos años más. Para España, además, la figura de Juan Pablo II encierra un significado especial que se puso de manifiesto a lo largo de su pontificado, desde 1978 a 2005. Durante esos 27 años, el Papa polaco mantuvo una cálida cercanía con la Iglesia española, siguió muy de cerca las vicisitudes de nuestro país y puso en valor, siempre que la ocasión lo requería, la contribución histórica de España a la propagación de la fe. Así lo demuestran las cinco visitas apostólicas que giró a nuestra nación, la primera de las cuales se produjo en un momento crucial: en el otoño de 1982, a las pocas semanas de que el PSOE asumiera el Gobierno tras ganar por mayoría absoluta y cuando la sociedad española se aprestaba a culminar un proceso de transición política lleno de dificultades. Aquella primera visita fue un éxito rotundo, reafirmó el papel insustituible de la Iglesia en la España constitucional y ayudó a consolidar el proceso democrático. A partir de entonces, entre Juan Pablo II y el pueblo español se estableció una corriente de simpatía que se mantuvo intacta hasta el último día de su pontificado. Allí por donde pasó, desde Madrid hasta Barcelona, desde Zaragoza hasta Santiago de Compostela o desde Sevilla hasta Loyola, dejó una huella profunda de su vigor pastoral y de su arrolladora personalidad. No fue casual que una de sus grandes iniciativas, la Jornada Mundial de la Juventud, hallara en España la tierra fértil que necesitaba para fructificar y convertirse en un fenómeno internacional. De ahí que la canonización del Papa Wojtyla tenga una dimensión muy particular no sólo para la mayoría católica, sino también para todos los españoles. Su amor por nuestro país y por la espiritualidad que alumbraron los grandes místicos como Santa Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz puso en valor el protagonismo de España en la evangelización de Iberoamérica, de donde, por cierto, ha venido el actual Papa. Por todo ello, LA RAZÓN quiere sumarse de forma activa a la celebración, que culminará el próximo domingo en la Basílica de San Pedro, con un despliegue informativo diario a lo largo de la semana y con la entrega gratuita, el jueves 24, de un DVD que recoge las imágenes, los discursos y los momentos más relevantes de las cinco visitas del santo que amaba a España y era amado por ella.
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