Elecciones autonómicas
El peligro de no ir a votar
El último sondeo electoral sobre los comicios europeos elaborado por NC Report para LA RAZÓN, cuyo trabajo de campo finalizó dos días después de que se celebrara el debate cara a cara entre los cabezas de lista del Partido Popular, Miguel Arias Cañete, y del PSOE, Elena Valenciano, insiste en otorgar una ventaja de casi tres puntos al PP sobre su adversario socialista, lo que se traduciría en uno o dos escaños de diferencia a favor del partido del Gobierno. Pero de su lectura se pueden obtener dos conclusiones muy significativas. La primera es que la oportunista introducción del debate machista por parte del PSOE –debate que la mayoría de los electores perciben como artificial– no condicionará el voto; y la segunda, que los dos grandes partidos nacionales, al contrario de lo que pudiera creerse, están recuperando posiciones con respecto a encuestas anteriores. Sin embargo, ese repunte no es suficiente y es innegable que ambos pierden apoyo en la intención de voto con respecto a las pasadas elecciones europeas de 2009, pero con una sensible diferencia: mientras que los antiguos votantes del PP que no piensan repetir la opción el próximo domingo optan en su inmensa mayoría por la abstención, los del PSOE se inclinan por la oferta de Izquierda Unida, lo que puede traer malas consecuencias para el partido que lidera Alfredo Pérez Rubalcaba en las próximas convocatorias de índole nacional. De hecho, el problema de la abstención en las elecciones al Parlamento Europeo no deja de ser puntual y tiene carácter transversal –la participación viene descendiendo ininterrumpidamente desde 2004–, pero la infidelidad de los votantes socialistas –calculada en el sondeo en más de un 12%, la mayor de todas– es una clara indicación de tendencia de compleja corrección. Si al PP no parece afectarle significativamente el surgimiento de otros movimientos políticos próximos a su espectro ideológico, incluso emanados de sus propias filas, a los socialistas los pone en la difícil tesitura de tener que extremar el discurso político, aun sabiendo que pierden un espacio de centralidad sin el que es muy complicado llegar al Gobierno en España. En cualquier caso, se lo habrían ganado a pulso tras ceder demasiadas veces en su labor de oposición al oportunismo y la demagogia de unos «movimientos ciudadanos» que no son más que la expresión de grupos radicales y de extrema izquierda que bordean la confrontación democrática. Aun así, y pese a un PSOE en sus peores registros, el sondeo desmiente a quienes auguran el final del bipartidismo en España, que parece gozar de buena salud. No tanta, los partidos nacionalistas de ideología conservadora –PNV, CC y CiU–, que pierden apoyo en las regiones donde gobiernan, lo que en el caso catalán favorece claramente a las opciones separatistas.
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