Sevilla

El poder no es un cortijo

Si hubo un tiempo en que los postulados y estilos del PSOE e Izquierda Unida eran perfectamente homologables, incluso en sus sutiles matices, hace mucho que esto no es así. La coalición de extrema izquierda, a la búsqueda de un espacio propio, ha acabado derivando hacia un nihilismo político que lo mismo ampara a los saqueadores de supermercados, que a los que apoyan sin rubor la secesión de Cataluña o a los que promueven la deslegitimación de las urnas con la toma de las calles. Un recurso al populismo fácil, que si en época de crisis económica puede ser rentable en el corto plazo, amenaza con convertir a IU en una formación antisistema. A este respecto, lo que se está viviendo en Andalucía a cuenta del desalojo de la llamada «Corrala Utopía» se convierte en un paradigma de las consecuencias que acarrea aferrarse al poder sin reparar en los medios, como lo fue, en su momento, el pacto tripartito mediante el que los socialistas se hicieron con el Gobierno catalán, con los resultados de todos conocidos. Con el agravante, en el caso de la Junta de Andalucía, de que corresponder a las exigencias que plantea la demagogia de IU, ya sea a costa de las entidades bancarias o de los propietarios de inmuebles, conlleva el retraimiento de las inversiones y la deslocalización de empresas, agrava el desempleo y aleja a la región de la salida de la crisis. Por supuesto, no se trata de ocultar los graves problemas sociales que aquejan a la sociedad andaluza –que, dicho sea de paso, no ha conocido más gobierno que el de los socialistas en los últimos treinta y cuatro años–, sino de reclamar que se afronten sin la rémora añadida del populismo, que pretende justificar, incluso con la impúdica exhibición del drama, hasta la conculcación de normas establecidas. Pero donde la demagogia de un dirigente como el comunista Cayo Lara nos quiere hacer creer que se han saltado las leyes por causa una «emergencia social», los hechos nos dicen que de las 36 personas que habían ocupado irregularmente un edificio de Ibercaja, sólo tres cumplían los requisitos exigidos para ser catalogados en riesgo de exclusión social. De éstas, una ya ha sido realojada y las dos restantes aguadan su turno en la lista de espera para una vivienda social, que en Sevilla es de 12.351 solicitantes. Otras cinco personas de la «Corrala Utopía» se acogieron al programa «Llaves solidarias», de alquileres bajos, puesto en marcha por la propia entidad afectada por la ocupación. La presidenta de la Junta, Susana Díaz, ha tenido que retirar la competencia de Vivienda a la consejera comunista y, además, tendrá que reponer la legalidad conculcada. Pero con ello no corregirá el problema de fondo, que es el pacto con IU que la mantiene en el poder, pese a que su partido perdió claramente las últimas elecciones. Debería romper la coalición de Gobierno y avenirse al resultado de las urnas porque Andalucía no es el cortijo de ningún partido que pueda gobernarse caprichosamente.