España
España es nuestra razón
Camino de su XV aniversario, que culminará el 5 de noviembre del año próximo, LA RAZÓN quiere renovar su compromiso editorial y su apuesta de futuro con quienes son sus principales protagonistas: sus lectores. No son tiempos fáciles. Son, incluso, más difíciles que cuando emprendimos esta hermosa aventura periodística en 1998. Pero precisamente por eso, porque son horas de dudas y tribulaciones, es más necesario nuestro concurso y más obligado nuestro servicio de informar honesta y lealmente a los ciudadanos. LA RAZÓN se propuso desde su primer día reflejar e intepretar los hechos de la forma más veraz, objetiva e independiente posible, sin atender a intereses espurios. Lo que guía nuestro afán cotidiano son principios y valores, escuetos pero firmes, que no están al albur de las coyunturas políticas o económicas, sino anclados en convicciones éticas y morales. Entre ellas, y en lugar destacado, la concepción de España como la patria común de todos los españoles, democrática, abierta, plural, tolerante, entroncada en sus raíces cristianas y lanzada a un futuro de progreso y convivencia. Nos gusta España. Pero no se trata de un gusto superficial y epidérmico, que se esfuma al menor contratiempo, sino de una responsabilidad plenamente asumida que nos impulsa a trabajar más para solucionar sus muchos problemas. Es en momentos de grave dificultad y turbia desesperanza, como los que vivimos, cuando se ponen a prueba la solidez de las empresas humanas y la vocación de servicio de sus instituciones. LA RAZÓN proclama abiertamente su compromiso con España, con la convivencia pacífica y fecunda de sus ciudadanos, con su prosperidad económica y con su vigor espiritual. Por lo mismo, rechazamos de plano, con tanta serenidad como firmeza, los intentos disgregadores de los nacionalistas, la actitud irresponsable de los separatistas y el cainismo que destilan ciertas conductas guerracivilistas. Pese a sus imperfecciones y sus achaques, sigue viva y es más necesaria que nunca la España que echó a andar con la Constitución de 1978. El futuro será lo que sea, pero no lo podremos construir sin aquel venturoso consenso forjado hace 34 años, que nos ha permitido el mayor periodo de paz y prosperidad de los últimos siglos. Nos gusta España, aunque también nos duela por sus debilidades y carencias, porque creemos en un porvenir mejor y porque somos fríamente optimistas. Los españoles sabemos bien que cuando trabajamos unidos, cuando dejamos a un lado las estériles discrepancias y cuando enfrentamos codo con codo los grandes desafíos, no hay obstáculo insalvable ni meta inalcanzable. Por eso nos gusta España, porque no somos sino herederos de una gran nación que estamos obligados a legar, más fuerte y solidaria, a la generación futura.
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