Gobierno de España

España necesita un Gobierno estable

La Razón
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En la entrevista que ha concedido a LA RAZÓN, insiste el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en que España necesita retornar a la estabilidad política si pretende hacer frente con éxito a los graves desafíos que se apuntan en el inmediato horizonte. Ciertamente, desde la lógica partidaria, el candidato socialista plantea una falsa disyuntiva: o se forma un Ejecutivo progresista o seguimos en el bloqueo, dando por hecho la inevitabilidad del triunfo de sus siglas, lo que aún está por ver, al tiempo que delimita el espacio ideológico de las necesarias alianzas postelectorales. Desde nuestra posición, no podemos estar más de acuerdo con la afirmación de que la sociedad española no aceptaría que se repitiera una vez más el espectáculo de unos partidos políticos incapaces de traducir en gobernabilidad y gestión el sentido de su voto, pero debemos discrepar sobre la existencia de la sola alternativa, la progresista, que sostiene Pedro Sánchez, incluso, aunque sólo responda a la coyuntura de una campaña electoral. Primero, porque no creemos que el término «progresista», eufemismo tan caro a la vieja izquierda, tenga el mismo significado para el populismo radical de Podemos, por citar a una formación con representación parlamentaria, que para un partido socialdemócrata como el PSOE, que hace tiempo que abandonó sus maximalismos ideológicos y reconoce la primacía de la economía de libre mercado sobre la estatalista. Segundo, porque, como también reconoce en la entrevista nuestro presidente del Gobierno en funciones, lo que los españoles votan no son bloques, sino partidos políticos, que son el instrumento de representación de la voluntad popular y que, por lo tanto, están obligados a canalizar la expresión de las urnas. Es más, cuando el propio Pedro Sánchez se pregunta en la entrevista por qué no es posible pactar asuntos de Estado con partidos de diferente orientación, algo que en el reciente pasado sí se hizo, está abriendo la vía a un cambio de paradigma. Y es importante recalcarlo, porque los sondeos electorales, más acusadamente tras la irrupción de las nuevas formaciones de Más País y de las CUP, pronostican un futuro Parlamento bajo el signo de la fragmentación y abocado a buscar alianzas. La admonición no va sólo, por supuesto, dirigida al candidato socialista, sino a los líderes de los principales partidos del centro derecha, Pablo Casado y Albert Rivera, puesto que ni siquiera un vuelco electoral que se antoja difícil, les eximiría de la obligación de negociar. Por otra parte, no es posible pasar por alto, no lo hace en ningún momento el presidente del Gobierno en funciones, que la crisis en Cataluña, agudizada por la previsible reacción bronca de la Generalitat a las sentencias del Tribunal Supremo, no sólo van a influir en la campaña electoral y en el sentido del voto de muchos ciudadanos, sino que imposibilitarán la búsqueda de acuerdos de gobernabilidad con unos partidos nacionalistas atrapados en las consecuencias de su propio fracaso. Pedro Sánchez desearía la rectificación de un error, el del nacionalismo catalán, que califica de «gigantesco», pero no se hace ilusiones y su posición es la que cabía esperar de un dirigente socialista, por más que puedan criticarse anteriores equívocos de falsa equidistancia. Defensa de la Constitución, la libertad y la unidad territorial de España; apoyó firme a los tribunales y a las Fuerzas de Seguridad del Estado que actúan en Cataluña, con señalada referencia a la Guardia Civil, y exigencia a la Generalitat de respeto a las leyes de una democracia plena, como es España. Nada, en definitiva, que no suscriba cualquier demócrata, con independencia de su adscripción ideológica. Una base, creemos que más que suficiente, para buscar el acuerdo de gobernabilidad que necesita la sociedad española.