Conflictos laborales
Iberia endereza el rumbo
Iberia se encuentra desde ayer mucho más cerca de encauzar el conflicto derivado del plan de reestructuración de la compañía, después de que el consejo de IAG y una amplia mayoría de los sindicatos hayan aceptado la propuesta del mediador Gregorio Tudela que, en síntesis, reduce en 666 despidos el recorte de la plantilla, propone un ajuste salarial menor, mejora las indemnizaciones y requiere a cambio un incremento de la productividad con más horas de trabajo, entre otras sugerencias e iniciativas. La predisposición de la mayoría de los interlocutores en el encuentro de ayer fue favorable al entendimiento en torno a un documento que, si bien, como es lógico, no podía satisfacer todas las pretensiones de las partes, ha tenido como virtud principal una voluntad de equidistancia y de compromiso con el futuro de la aerolínea. Aunque la respuesta definitiva de los sindicatos se ha pospuesto a mañana para que puedan consultar la decisión con sus afiliados, y proceder después a la desconvocatoria de los paros, la sensación es que el desencuentro sobre el ERE que la compañía presentó el pasado 12 de febrero ha entrado en vías de solución y que los paros serán desconvocados con seguridad. Desde luego, no estamos ante una respuesta global a los múltiples y profundos desequilibrios de una compañía con dificultades financieras y de negocio sistémicas que requerían la reestructuración puesta en marcha, pero sí de un avance significativo, y puede que decisivo, para sentar las bases de un diálogo sobre la viabilidad de Iberia. El conflicto y la huelga han sido muy gravosos para la imagen y las cuentas de la aerolínea. Con un total de 2.503 vuelos cancelados y 20 millones de euros en pérdidas a la semana, se ha pagado un duro peaje que también ha salpicado a la imagen de España y a la industria del turismo. Que se pueda pasar página y abrir un escenario de negociación y de paz social será progresar en la dirección adecuada por primera vez en demasiado tiempo. Queda por resolver la posición del Sepla, que se ha desmarcado de la propuesta de Gregorio Tudela porque «no cumple los mínimos exigidos». El colectivo de pilotos tiene tiempo para recapacitar y no quedarse descolgado de un entendimiento positivo para la compañía y los trabajadores. Mantenerse al margen sería prestar un flaco favor al interés general. El papel de la ministra de Fomento, Ana Pastor, ha resultado crucial. Ha sabido manejar con la sutileza y la determinación adecuadas un conflicto de intereses enconado y complejo, pero trascendente para España. Iberia debe encontrar y garantizar un futuro imprescindible. Este acuerdo es un paso importante que abre un cauce que empresa y trabajadores deben aprovechar para superar con altura de miras las desavenencias que puedan llegar. Sería lamentable que se malograra.
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