Papel
Impecable posición de Rajoy
El presidente del Gobierno habló ayer por primera vez sobre la investigación abierta a Rodrigo Rato. Mariano Rajoy no se escudó en subterfugios ni en circunloquios, pero tampoco sobreactuó ni se dejó llevar por el tremendismo que tanto le gusta a la oposición cuando el Gobierno y el PP están de por medio. Abordó el episodio con seriedad y rigor. Admitió que las indagaciones sobre el ex vicepresidente económico «afectaban especialmente» al PP, porque Rato «fue uno de los activos» de la formación durante «muchos años», pero a continuación recalcó que «todos los españoles son exactamente iguales ante la Ley». Es un principio necesario que, sin embargo, en el caso del ex director del FMI se ha visto zarandeado por la «pena del telediario» y por la falta de respeto a la presunción de inocencia. El presidente remató su posición con un pronunciamiento de respeto escrupuloso a la Agencia Tributaria, la Fiscalía y la Justicia, y con una defensa explícita de la independencia de estos organismos. Para cualquier observador no mediatizado por intereses particulares o inquinas partidistas, nada puede haber de reprochable en que Rajoy demande «imparcialidad» y proclame el acatamiento de las decisiones judiciales. Queda para la izquierda, con especial acritud en el caso del PSOE, el papel de inquisidor, de juez y parte, de redactor de condenas sumarias sin respeto a las garantías procesales que supuestamente nos amparan a todos los españoles, incluso a los dirigentes del PP, aunque algunos estén decididos a que no sea así. Con un matiz, para el PSOE, claro: el reo no es Rodrigo Rato, un personaje amortizado en sus cálculos políticos, sino el presidente. En este punto, convendría diferenciar las reacciones de los populares y de los socialistas en circunstancias equivalentes. El Gobierno ha mantenido una posición respetuosa con la legalidad y con la Justicia sin interferencias. El PSOE, en cambio, ha arropado a los imputados en el gran escándalo de corrupción de los ERE, los ha conservado en sus escaños y ha entorpecido en lo posible la instrucción de la juez Alaya. No está la izquierda en condiciones de dar lecciones, sino todo lo contrario. Tampoco en la lucha contra el fraude fiscal, en la que este Gobierno arroja resultados poco discutibles, por encima de los discursos demagógicos que han presentado al PP poco menos que como cómplice o encubridor de los defraudadores. La realidad no es sólo ya que la investigación sobre Rato no guarde relación con la «amnistía fiscal», sino que Hacienda ha logrado que afloren más de 100.000 millones de euros que antes no tributaban. Por tanto, el Ejecutivo ha cometido errores y, en algunos casos, no menores, pero el discurso de Rajoy en este asunto es impecable, al margen de que la oposición insista en embarrar el escenario por mero tacticismo electoral.
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