París

La estabilidad y el crecimiento, claves en el voto del 20-D

La Razón
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La campaña más mediática llega a su fin. Falta menos de una semana para saber si los debates, las apariciones en televisión y las entrevistas en «prime time» han surtido efecto. O votos, que a la postre es lo que se pretende. LA RAZÓN hace pública hoy una encuesta, realizada por NC Report, esclarecedora del esfuerzo de las distintas formaciones por animar al voto a los indecisos. Un grupo que se ha cifrado en alrededor del cuarenta por ciento de los votantes. A la luz de la encuesta de opinión, el PP volvería a ser la fuerza más votada, con poco más de ocho millones de votantes y una horquilla que alcanzaría los 128 escaños. Tras él, y desarbolando a todos aquellos que habían dado por muerto y enterrado el bipartidismo, se situaría el PSOE, con más de seis millones de votos y hasta 92 escaños en el Parlamento. A distancia se acomodan los llamados «partidos emergentes», con Ciudadanos a la cabeza gracias a sus casi cinco millones de electores y al menos 56 asientos en el Congreso, seguido por el Podemos de Pablo Iglesias y sus «marcas blancas» en distintas comunidades de España, con casi cuatro millones y medio de votos y 51 escaños. Por el camino se han quedado todos los acentos, anécdotas, tropiezos y aciertos de una campaña marcada por el «hundimiento» en las encuestas del líder socialista, Pedro Sánchez, a quien todos han hecho objeto de sufrir una sangría por la izquierda y la derecha, o la buscada y casi exigida «remontada» de Pablo Iglesias a sus votantes. A distancia de los vaivenes de opinión, un presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que ha mantenido el paso y el discurso de su gestión al frente del Ejecutivo. Un balance de creación de empleo y salida de la crisis económica que ha sido su mejor carta de presentación. Más allá de platós de televisión. Lejos de populismos y chisteras. Con el refrendo de una economía en franca recuperación y a la cabeza de la zona euro en creación de empleo y riqueza. Unas encuestas en las que, sin duda, también se han visto reflejadas su firmeza en la observancia de las normas y leyes de la Constitución tras el desafío independentista en Cataluña o, más recientemente, su compromiso con la seguridad tras los atentados yihadistas en París, en los que España volvió a demostrar que su experiencia en la lucha contra ETA y tras los atentados del 11-M no ha bajado la guardia, sino que ha mantenido el mismo nivel de alerta que ha facilitado la detención de numerosos radicales.

Una encuesta de intención de voto que además arroja una novedad importante en lo que al escenario catalán se refiere. Los dos diputados que obtendría Unió dan carta de naturaleza a un nacionalismo catalán moderado, con una clara voluntad constructiva y alejado de las políticas obstruccionistas, cuando no abiertamente secesionistas, que han llevado a la parálisis política y de gestión en Cataluña. Con un escenario electoral tan abierto, no pocos son los que aventuran alianzas y tripartitos que sólo llevarían a España al desgobierno y a la inestabilidad. Una jaula de grillos de programas electorales, enfrentados en multitud de acciones de gobierno –algunos claramente contrarios a las directrices que conforman la UE o la OTAN–, y que provocarían un freno en las políticas de crecimiento y desarrollo económico construidas por el PP, además de poner en peligro nuestro Estado de Bienestar al hacerlo insostenible.