Francia
La fuerza de España
La pista central «Philippe Chatrier» de París revivió ayer una escena que podría parecer un bucle caprichoso de la historia, pero que en realidad representa la superación extraordinaria de la gesta de un tenista excepcional repetida en el tiempo. Referirse a Rafa Nadal como una leyenda del deporte mundial es atenerse con justicia a lo que el manacorí representa y a las conquistas de su impresionante trayectoria. El español aumentó ayer su palmarés con el octavo Roland Garros de su carrera. Nadie antes en la historia se había adjudicado tantas ediciones de un mismo Grand Slam. Lo hizo además, ante un compatriota, David Ferrer, para redondear la gran fiesta de España en uno de los templos sagrados de Francia. Los récords y los triunfos de Nadal son casi interminables. Para el español, el de ayer fue el duodécimo grande que logra, sólo superado ya por los 17 del suizo Roger Federer y los 14 del estadounidense Pete Sampras. Sumó su victoria número 59 en Roland Garros, lo que le convirtió en el tenista que más triunfos acumula en ese torneo, por delante del argentino Guillermo Vilas. Pero hablar de Rafael Nadal no lo es sólo de sus victorias. Limitar su ejemplo y su grandeza a los trofeos acumulados, al instante mágico en el que alza los brazos en una pista, sería infravalorar al atleta y relativizar a la persona. Nadal es mucho más. Es su espíritu. Problamente, el Nadal más grande, el gigante, haya surgido en los peores momentos, cuando todo va contracorriente y el viento a favor resulta esquivo. Sobreponerse a ello, superar las adversidades y levantarse de nuevo demanda una fuerza, una determinación y un tesón al alcance de muy pocos. Tras siete meses de infierno con su maltrecha rodilla, Nadal ganó su Grand Slam más emotivo. Su capacidad de sacrificio, de trabajo, de sufrimiento, sus ganas de mejorar, su capacidad de competir constituyen una amalgama de valores clave para una sociedad en dificultades que necesita referencias. Afortunadamente, los españoles tenemos a nuestro alcance algunas de las más importantes del mundo: sus deportistas. Rafa Nadal forma parte de esa excepcional vanguardia que nos sitúa en posiciones de privilegio en tiempos en los que necesitamos motores e incentivos para salir del bache. Ellos son la mejor marca España. Nos dan notoriedad y reputación como país cuando más lo necesitamos. Como con acierto apunta el alto comisionado para la Marca España, Carlos Espinosa de los Monteros, en LA RAZÓN, «todo lo que beneficia a la reputación de un país se traduce en consecuencias económicas». Así es. Desde los poderes públicos toca aprovechar este capital único, preservarlo y potenciarlo más si cabe para que esta edad de oro no escriba un punto final, sino un punto y seguido tras los Nadal, Gasol, Casillas, Alonso y tantos otros.
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