España

La imprescindible rebaja fiscal

La economía española se encuentra en uno de esos momentos decisivos en los que es obligado actuar sin otras reservas que las que dicta el sentido común. De la misma manera que el Gobierno fue capaz en 2011 de enfrentar la gravísima situación, próxima a la quiebra, en la que se hallaba la Hacienda pública, con la adopción de una serie de medidas de ajuste financiero dolorosas pero inevitables, hoy se ha llegado a un punto de inflexión en el que es preciso apostar con decisión por el futuro, recuperando la estrategia de impulso económico que informaba el programa electoral del Partido Popular y que bebía de la mejor experiencia de su anterior etapa de gobierno. Todos los datos, allí donde se miren, abonan la certeza de que es posible acelerar el ritmo del crecimiento de la economía española, y, por lo tanto, el de la creación de empleo, por encima de las actuales previsiones. En esta situación, lo peor que podría ocurrirnos es que un exceso de mal entendida prudencia o la falta de confianza en nuestras propias fuerzas acabara por actuar de lastre en un despegue en el que tanto esfuerzo ha puesto el conjunto de la sociedad. Por supuesto, no se trata de caer en los mismos errores populistas, en la «barra libre» de dinero público, que tanto contribuyó a agravar la crisis, sino en cerrar el círculo de la gran apuesta reformista con el reequilibrio de una presión fiscal fruto de las excepcionales circunstancias con las que se encontró el Gobierno, que retrae el consumo, dificulta la competitividad de nuestras empresas e impide el ahorro. Porque es, precisamente, ahora, que asistimos al retorno de la financiación exterior y nuestro país vuelve a ser apetecible para los inversores internacionales, cuando conviene recordar que la fuga de los capitales extranjeros no pudo ser contrarrestada con nuestras propias reservas. Ayer, tanto el presidente del Gobierno como el ministro de Hacienda se comprometieron ante dos de las principales asociaciones empresariales del país –el Instituto de Empresa Familiar y la CEOE– a hacer de la futura reforma fiscal un instrumento para el crecimiento, con una reducción de la presión impositiva que favorecerá a las empresas y a la clase media. Es la línea deseable, pero debe acometerla con decisión y audacia, confiado en los valores de esfuerzo y trabajo que ha acreditado la mayoría de los españoles en estos dos años difíciles. Hay que reforzar la recuperada competitividad de nuestra economía para que las empresas compitan en las mejores condiciones en el mercado global, y esto no es posible hacerlo exclusivamente mediante ajustes salariales y de gastos, que deterioran el mercado interno. Ha llegado la hora de rebajar los impuestos y liberar trabas porque España está creciendo y, además, lo va a hacer por encima de todas las previsiones. Seguro.