Nueva York
La unidad antiterrorista, por encima de campañas electorales
Unidad para vencer a la barbarie. El ataque talibán a la Embajada de España en Afganistán, en el que fallecieron dos policías españoles, Isidro Gabino Sanmartín y Jorge García Tudela, ha provocado la rápida reacción del Ministerio del Interior, que ayer convocó la comisión de seguimiento del Pacto de Estado contra el Terrorismo Yihadista. Un encuentro al que fueron llamados todos los partidos que lo suscribieron inicialmente, así como los que se incorporaron el pasado 26 de noviembre. Pese a la importancia de la campaña electoral, es clave que las distintas formaciones muestren su compromiso con la convivencia amenazada y los valores democráticos frente a los que quieren dinamitar nuestra sociedad. Aquí –como hemos visto en los atentados padecidos por Madrid, Londres, Nueva York o, más recientemente, París–, y allí, en escenarios como Afganistán, donde Al Qaeda, los talibanes y Dáesh pugnan por eliminar a todos aquellos países occidentales que han dado un paso al frente para contener y combatir su barbarie. Precisamente en aras de esa unidad y suma de esfuerzos no caben declaraciones como las pronunciadas ayer por el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, al requerir al Gobierno «información veraz» sobre los hechos, para evitar la «confusión». Rivera, que aspira a altas responsabilidades, debería ser el primero en saber que, tras un atentado, la confusión es señora de la situación, por lo que la información llega con cuentagotas y casi sin contrastar. En ese sentido, la prueba más evidente fueron los datos, escasos, sobre el policía que en un primer momento se creía herido y luego, cuando las autoridades afganas informaron, se confirmó su fallecimiento. Son necesarias prudencia y profesionalidad para acometer el desafío terrorista. Algo que, sin duda, no casa con el cálculo electoral y político de algunos candidatos en estos días anteriores a la cita del 20-D. Las declaraciones ayer del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, en el sentido de que «unidos somos más fuertes y unidos podremos vencer junto a la comunidad internacional a la amenaza del terrorismo» deberían hacer reflexionar a más de uno que también cree que se puede estar de «observador» ante la tragedia que desgarra Afganistán, Iraq o Siria, y que intenta, una y otra vez, lanzar un zarpazo a Europa. Nuestras sociedades no son compartimentos estancos, aisladas del resto del mundo. De ahí que sea clave el incremento de los recursos humanos y materiales dedicados a combatirlos. No se puede, como defiende Podemos, ser observador del ascenso del fanatismo. Se debe actuar. Aquí y allí. España en ese sentido ha sido ejemplo para el resto de la UE en control de Inteligencia antiterrorista. ETA y los atentados del 11-M han creado tristemente escuela. Buena prueba de ello ha sido la reciente operación de la Guardia Civil, que la madrugada del sábado en Ceuta detuvo a un hombre de 34 años y de nacionalidad española acusado de captar a menores para que se incorporasen a las filas de Dáesh, con lo que ya son diez los supuestos yihadistas arrestados en España desde los atentados de París del pasado 13 de noviembre. Frente al terrorismo sólo cabe una visión de Estado. Sin partidismos ni cálculos electorales, sin horizontes cortoplacistas que acaban el 20-D. Los partidos deben ser garantes de las libertades y las vidas de los ciudadanos. Y eso sólo se alcanza desde la unidad. Sin anteponer banderías. Desde el acuerdo y la colaboración.
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