Lucha contra el desempleo
Las políticas de empleo funcionan y resulta obligado preservarlas
Mariano Rajoy eligió la primera comparecencia de un presidente del Gobierno del PP en un foro de la Unión General de Trabajadores para reivindicar e insistir en los principios que han vertebrado su gestión. Transmitió a los miembros del sindicato socialista presentes que el crecimiento y el empleo han sido, son y serán su prioridad. Rajoy entendió desde el minuto uno que sus esfuerzos debían centrarse en la peor de las secuelas de la crisis, la que impactó con virulencia contra la prosperidad y el bienestar de los españoles. Una idea básica, pero clave; sin un puesto de trabajo, sin un salario, las condiciones de vida se convertían en críticas. Por eso, no quiso distracciones y su acción de gobierno se volcó en lo que se volcó. Lo expresó gráficamente en la cita de UGT: «Hacer política es hacer cosas a lo grande, fijarse en lo importante, tomar las decisiones que haya que tomar y no ocuparse de los chismes». El tiempo, que como suele decirse es el juez más implacable en casi todos los órdenes de la vida, está cargando de razones a Mariano Rajoy. Ayer, se conocieron los datos del mercado laboral del mes de mayo. El balance sólo puede catalogarse de espectacular. Los datos lo reafirman. El paro disminuyó en 111.908 personas hasta 3,4 millones, su nivel más bajo desde enero de 2009. Bajó también en términos desestacionalizados, en los menores de 25 años, en todos los sectores y comunidades, además de registrar un récord de contratación y encadenar 40 meses de incremento de los contratos estables. Si las cifras de la lucha contra el paro fueron buenas, las de la Seguridad Social resultaron objetivamente magníficas. Fue el mejor mayo de la historia tras ganar 223.192 cotizantes, y el más importante aumento en cualquier mes desde julio de 2005. La dinámica de fuerte repunte de la actividad y su impacto positivo en el mercado laboral en los últimos meses y años se ha sustanciado además en que se hayan recuperado dos de cada tres empleos perdidos en la crisis. Esa secuencia positiva que nos está permitiendo liderar el crecimiento entre las grandes economías de la Unión Europea y también encabezar los índices de generación de puestos de trabajo no es el fruto de un conjunción de circunstancias coyunturales. En economía, no hay milagros. En España lo sabemos muy bien. Sólo hay que echar la vista atrás para recordar cómo estaba el país, su espiral de empobrecimiento y retroceso, con gobiernos de izquierda, y como nos encontramos en este momento. Mariano Rajoy puso encima de la mesa unas políticas exigentes, que requirieron sacrificios y un gran esfuerzo de los españoles, y las mantuvo con la convicción de que no había atajos y que eran lo que España necesitaba para recuperarse. Decíamos unas líneas más atrás que el tiempo ha puesto a cada uno en su lugar: a los profetas del apocalipsis que desde la izquierda criminalizaron las políticas del PP y pronosticaron un caos social y a los que, desde su responsabilidad de gobierno, entendieron que recomponer los desequilibrios estructurales exigían reformas profundas y consolidación fiscal. Los resultados son un aval para perseverar en las políticas y emprender nuevos cambios que estimulen la actividad, porque, aun encaminados por la buena senda, hay trabajo por hacer para dar oportunidades a esos 3,4 millones de personas que buscan una salida laboral y optimizar en lo posible la calidad del empleo.
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