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Los datos del paro, el mejor aval para un gobierno de Rajoy
Más allá de los buenos datos que ha arrojado la Encuesta de Población Activa, que dan cuenta del mayor descenso anual del paro de la historia española, la evolución de los números refleja la gran transformación que ha experimentado el mercado de trabajo gracias al programa de reformas impulsado por el Gobierno de Mariano Rajoy. Sin duda, el cambio más importante tiene que ver con la reforma laboral, tan gratuitamente denostada por la oposición que, como señalaba ayer el presidente de Cepyme, Antonio Garamendi, ha acabado con la maldición de la economía española por la que era imposible crear empleo con crecimientos del PIB inferiores al 3 por ciento. Pues bien, incluso con incrementos registrados por debajo del 2 por ciento del PIB, el mercado laboral ha conseguido romper con la tendencia de la crisis y crecer de manera sostenida en todos los sectores productivos. Con una ventaja añadida: el peso de las contrataciones reposa sobre la empresa privada, responsable de la creación de 452.000 puestos de trabajo en 2015, frente a los 73.100 del sector público. Ciertamente, el hecho de que aún se sufra en España una tasa de paro que supera el 20 por ciento no permite cantar victoria, pero la tendencia es muy positiva y la mejoría está llegando con fuerza a los sectores más golpeados por la crisis: parados de larga duración y jóvenes a la búsqueda del primer empleo acaparan el 90 por ciento de las nuevas contrataciones. Estos buenos datos, que suponen, hay que insistir, un hito histórico, no han servido para modificar un ápice el discurso catastrofista de los sindicatos y partidos de izquierda que, como viene siendo habitual, insisten en la supuesta mala calidad de los nuevos trabajos, obviando que la temporalidad en las contrataciones ha ido disminuyendo a medida que se consolidaba la recuperación económica, como se demuestra al comprobar que en 2015 el empleo a tiempo completo subió en 501.700 personas, muy por encima que el de tiempo parcial, que lo hizo en 23.300 personas. Si a los resultados de la EPA se unen los buenos datos del resto de los indicadores económicos, desde el incremento de los contratos hipotecarios a la venta de automóviles, hay que concluir que durante el año que acaba de terminar se ha afianzado la tendencia al crecimiento de la economía española y que la lógica nos dice que los problemas latentes del empleo, como la temporalidad, irán disminuyendo a medida que se consolide la recuperación. Por supuesto, como señaló ayer el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, siempre que se mantenga la estabilidad institucional y no se cambie el rumbo emprendido de las reformas estructurales. En un contexto de incertidumbre como el actual, en el que los partidos de izquierda, incluido el PSOE, propugnan el retorno a las viejas políticas de incremento del gasto público, mayor presión fiscal y rigidez del mercado laboral, la primera consecuencia sería la caída de la contratación en el sector privado, que es el que está operando de locomotora del empleo y el que, en definitiva, se convierte en garantía del mantenimiento de las prestaciones sociales. El cercano ejemplo de Grecia, abocada a un nuevo recorte de las pensiones, debería alertar a los ciudadanos frente a las promesas demagógicas del populismo y su desprecio al gran esfuerzo realizado por la sociedad.
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