Tribunal Supremo
No habrá «caso Casado»
El Tribunal Supremo rechazó ayer investigar al presidente del PP, Pablo Casado, por el máster que cursó en la Universidad Rey Juan Carlos al no apreciar, como también hizo la Fiscalía, indicio alguno de delitos de prevaricación y cohecho impropio. La más alta magistratura ha sentenciado que el escándalo no era tal y que, para desgracia de inquisidores y falsarios, Casado dijo la verdad. Los que iniciaron esta campaña pueden continuar difundiendo sus sospechas, poner en duda la validez de los tribunales –que nunca sentencian al gusto–, o ponerse como ejemplo de altura ética, aunque sus estándares siguen sin progresar adecuadamente. Lo único cierto y relevante en un Estado de derecho es que la Sala de Admisión del TS no ve delito alguno, como había expuesto la instructora del caso, Carmen Rodríguez-Medel, siguiendo a su vez el mismo criterio de la Fiscalía que, el pasado día 22, reclamó el archivo de la causa. Si, a pesar de ello, el Gobierno y sus socios quieren seguir haciendo política con un subproducto de escasa calidad democrática, deberían saber que nos podemos instalar en uno de los niveles más bajo de nuestra vida parlamentaria, a falta, claro está, de disponer de una mayoría solvente. La lectura del auto despeja toda duda: «No resultan indicios consistentes de que existiera un acuerdo previo o simultáneo del aforado con los responsables del máster para que tal trato le fuera dispensado, ni tampoco que el aforado haya realizado algún acto de aportación relevante al mismo que pueda valorarse como cooperación necesaria, u otra participación de menor intensidad, a un presunto delito de prevaricación, por lo que no se justifica la apertura de una causa penal». Por otra parte, sobre el delito de cohecho impropio, es decir, sobre que el aforado recibiera una titulación por su responsabilidad política de entonces –diputado en la Asamblea de Madrid–, el auto especifica que deberá «existir alguna vinculación apreciable entre el regalo que se dice recibido en la exposición razonada y su función como Diputado», algo que el tribunal no encuentra. Por último, la decisión ha sido adoptada por los cinco miembros de la Sala. Por lo tanto, el llamado «caso máster» que tanta energía contaminante ha aportado al socialismo gobernante debe darse por zanjado y poner fin al acoso al que se ha sometido al líder del PP. Preocupante fue, sin embargo, la lectura que hizo la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, de la decisión del TS, al punto de que le pareció «interesante» la posibilidad de reformar el sistema de elección de los jueces en los órganos judiciales bajo la sospecha de que al ser aforado y visto su caso en el Supremo habría merecido otro fallo de haberse visto en tribunales ordinarios. Es decir, si no te gusta la sentencia, habrá que cambiar los jueces. Insistimos, sembrar dudas es una estrategia de comunicación que el Gobierno debería replantearse si no quiere persistir en un bucle que en nada ayuda a la estabilidad política. Si con la mayoría de que dispone Pedro Sánchez está demostrando que no puede tener un Gobierno sólido, más difícil será querer ser a la vez oposición e impedir que el PP, con Casado al frente, desarrolle su tarea institucional. La posición del TS deja atrás un lastre que perseguía al líder popular desde las primarias y que ahora debería permitir dar un giro al enfrentamiento a causa de los másteres y que la política nacional entre en un período con objetivos más altos. Para el PSOE era cómodo y rentable tener a tiro a un líder del PP recién llegado e impedir que pueda plantear con claridad un programa y ejercer la oposición que le corresponde. En el momento que atraviesa el Gobierno de Sánchez y ante la posibilidad de acabar aceptando la realidad de que debe convocarse elecciones, es necesario un PP libre de ataduras.
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