Crisis económica

Podemos alienta la recesión

El documento con las recetas económicas de Podemos, que se conoció ayer, es un compendio de preceptos tradicionales de la izquierda y de lugares comunes pasados por una retórica entre buenista y redentorista en la que el Estado asume un protagonismo absoluto en el desarrollo económico y se relega la iniciativa privada hasta subvertir el modelo que ha deparado a los ciudadanos occidentales las mayores cotas de prosperidad y bienestar de su historia. El sistema que trazan los economistas Vicen Navarro y Juan Torres supone una vuelta de tuerca al keynesianismo, que hace pivotar la actividad en lo público y se decanta por un modelo asistencial sostenido por las denominadas infraestructuras sociales. Aunque el texto edulcora y matiza parte del discurso original de Podemos hasta, por ejemplo, despojarle de las ocurrencias bolivarianas de hace unos meses, y se pretende mirar ahora en el espejo de los países nórdicos, sus soluciones constituyen, en realidad, un repertorio de problemas que nos conducirían a la recesión y al empobrecimiento. Ese mix de mayor gasto público, más impuestos, banca pública, nacionalizaciones, reestructuración de la deuda, millones de empleos públicos, subidas de sueldos y de pensiones y jornadas laborales más cortas no es nada nuevo y ya ha demostrado en otros países su capacidad para conducir al abismo a una economía otrora viable. Pablo Iglesias y sus economistas de cabecera juegan con la ventaja de que el papel lo aguanta todo y que, afortunadamente, hay pocas posibilidades de que puedan alcanzar algún día el gobierno. Los expertos consultados por LA RAZÓN describen muy crudamente el horizonte de una España bajo el programa económico de Podemos: la deuda se dispararía hasta el 174% del PIB, la prima de riesgo se acercaría a los 1.000 puntos básicos y el Ibex caería por debajo de los 6.000 puntos, además del colapso del sistema de pensiones y del mercado de trabajo. Los cantos de sirena del documento populista son una invitación al cadalso económico y social. Pero además hay formulaciones de una frivolidad y ligereza insólitas. Defiende parar las obras en puertos, aeropuertos y AVE, aunque afecte negativamente al crecimiento y al empleo, y destinar esas inversiones a crear 3,5 millones de puestos de trabajo públicos, al sector cuidados y a «corregir el enorme déficit de infraestructura social». Pretende que la Constitución consagre que la banca está obligada a financiar la economía y plantea un sistema de renta mínima garantizada y quitas de la deuda familiar «por el daño recibido». Llama a renunciar a las comodidades que no respeten el medio ambiente, aunque suponga la pérdida de empleos, reniega de la eurozona y tampoco le gusta el superávit de la cuentas. En definitiva, Podemos alienta un marco de desconfianza y de inseguridad jurídica del que sólo saldría bien parada la casta gobernante. O sea, ellos.