El desafío independentista
Puigdemont y Maduro: golpe a la democracia
El Parlament de Cataluña perpetró ayer un verdadero golpe a la legalidad democrática, el último, con la aprobación de la reforma del reglamento de la Cámara, que permitirá sacar adelante, en un solo día y sin debate las llamadas «leyes de desconexión» y declarar la independencia. Junts pel Sí y la CUP no sólo han despreciado los informes de los letrados del Parlament y del Consejo de Garantías Estatutarias, que consideran ilegal dicha reforma, sino que han arrollado a la oposición, sin ni siquiera permitirles la posibilidad de debatir. Queda de esta manera arrasado el poder legislativo, que se pone a disposición de un plan de secesión sin posibilidad de réplica. ¿Qué función le queda si con sólo 62 diputados de 135 puede declararse la independencia unilateral? El camino emprendido por la Generalitat mantiene un similitud alarmante con el chavismo venezolano (después de todo, la CUP son fervorosos seguidores del régimen bolivariano), que este domingo elige una Asamblea Constituyente, un «suprapoder» del pueblo que pasa por encima de la Asamblea Nacional como órgano legislativo legítimo. El procedimiento de Puigdemont y el de Maduro es es el mismo: desobedecer las leyes establecidas y hacer valer una nueva legalidad por «voluntad del pueblo» (pero sin el pueblo). La deriva autoritaria del «proceso» demuestra su aislamiento social y la imposibilidad de salir adelante si no es con un verdadero golpe a la democracia.
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