Atenas
Recuperar la confianza perdida
Desde ayer, Grecia tiene fijada una ruta clara y precisa para superar una situación que se había vuelto insostenible. No se trata de un acuerdo de intenciones, sino de un programa de medidas concretas que tienen que ser asumidas como propias por el Gobierno heleno y que, sin embargo, reflejan el compromiso del resto de los socios europeos con el futuro de una Grecia plenamente integrada en la eurozona, solvente y próspera. En todo este complejo proceso, España siempre ha mantenido una posición constructiva y ha sido partidaria de mantener el apoyo a Grecia, consciente de que el éxito de la construccion europea depende de la capacidad de todos para afrontar y superar las dificultades que, sin duda, seguirán surgiendo, como sucede con cualquier proyecto que aspire a cambiar de raíz la historia. A Grecia le toca ahora cumplir su parte en el acuerdo. En efecto, las condiciones impuestas a Atenas para la concesión de un tercer rescate son duras y, sin duda, intervienen en su soberanía económica.Pero si hay algún responsable último de cómo se ha llegado a esta situación, de por qué Grecia ha perdido la confianza de sus socios y del hundimiento de una economía que, aunque débil, estaba en franco crecimiento hace menos de seis meses, ese dudoso honor cabe a un político demagogo, el actual jefe de Gobierno heleno, Alexis Tsipras, que primero hizo promesas que no podía cumplir a un pueblo desconcertado y agotado por la crisis, que luego transfirió la culpabilidad a otros, y que finalmente agitó el orgullo nacionalista de los griegos y avivó sentimientos antigermanos, empleando irresponsablemente los manidos clichés de la Segunda Guerra Mundial. Acciones todas ellas unilaterales que, como no podía ser de otra forma, han provocado un enorme deterioro de la confianza entre sus socios que es preciso restablecer. Es cierto que el Gobierno griego ha llevado a cabo un cambio radical de posturas y actitudes, pero es comprensible que la Comisión Europea y el FMI, que ya han puesto 400.000 millones de euros en los dos rescates a Grecia –el equivalente a dos veces y medio el PIB heleno–, exijan pruebas palpables e inmediatas de su renovada voluntad de cumplir antes de abordar las negociaciones del tercer rescate, que se presume cuantioso y en el que España deberá avalar a Grecia otros 10.000 millones de euros. Estas medidas consisten en aumentos del IVA, corrección de la decisiones adoptadas al calor del populismo de primera hora, ajuste del sistema de pensiones, cumplimiento estricto del pacto fiscal, transposición de la directiva de rescate bancario y un paquete de reformas que incluya la liberalización de la actividad económica. Y con un plazo tan corto como es el próximo miércoles. De cumplirse, tal vez Alexis Tsipras no sobreviva políticamente, pero Grecia sí tendrá un mejor futuro.
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