Ciudadanos

Rivera debería explicar la cadena de «errores administrativos»

La Razón
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Ciudadanos es un partido que ha conseguido insertarse con fuerza en la sociedad española y que puede tener un papel vital para la estabilidad política de la nación en los próximos meses. Pero el partido de Albert Rivera, que se presenta como un movimiento regenerador de la vida pública española, no parece que haya conseguido deshacerse de esas malas prácticas de «ingeniería administrativa» con el dinero público que tanto afea en las otras formaciones. Vaya por delante que comprendemos las dificultades de financiación que aquejan a los partidos políticos en nuestro país, víctimas de una mentalidad ciudadana que, como ocurre con los sindicatos, se muestra ajena a colaborar económicamente con unas organizaciones, por otra parte, consustanciales al sistema democrático, pero ello no es óbice para que la formación naranja respete las reglas del juego y se aplique el mismo rigor de exigencia que pide para los demás. En definitiva, que se esmere en cumplir la Ley sin buscar atajos interpretativos. Nos referimos, claro está, a la práctica denunciada desde las páginas de LA RAZÓN de utilizar el dinero que los ayuntamientos y otras instituciones destinan a gastos de funcionamiento de los distintos grupos municipales como fuente de financiación pública del partido. Se trata, cuando menos, de una irregularidad administrativa, rayana en el desvío de fondos, que nuestro periódico ha desvelado, basando la información en el propio «corpus documental» de Ciudadanos, correspondencia interna incluida, en la que los responsables de los departamentos de Contabilidad y Finanzas de la formación naranja no sólo indican el «modus operandi» de la operación, sino que, ante las resistencias que plantean algunos interventores municipales a admitir transferencias con el CIF del partido, se explica a los concejales cómo eludir el obstáculo. Y llegados a este punto, nos encontramos con otra práctica inveterada de la política española: el victimismo, que busca la descalificación de las informaciones, atribuyendo intenciones espurias donde sólo hay exposición de hechos fehacientemente contrastados. Lo hizo el pasado sábado un dirigente de Ciudadanos, Luis Salvador, –ex senador del PSOE que en 2013 se despidió de sus compañeros socialistas por burofax tras tildar al partido de «instrumento prescindible»– al negar en un programa de televisión contra toda evidencia la autenticidad de los documentos presentados por LA RAZÓN. Táctica que, en efecto, recuerda a las viejas políticas que los llamados partidos emergentes blasonan de haber erradicado. También es muy llamativo que, ante la sucesión de denuncias –las últimas, en Murcia y La Rioja– que tienen por denominador común el uso poco regular del dinero público, la dirección de Ciudadanos se acoja al fácil expediente del «error administrativo», en lugar de afrontar los hechos, corregirlos y pedir las debidas disculpas, con independencia de lo que depare la vía judicial que sin duda se abrirá, a raíz de la denuncia por financiación ilegal de partidos que ha presentado contra la formación de Albert Rivera la «Plataforma por las garantías ciudadanas», una organización integrada por antiguos militantes y simpatizantes de la formación naranja, que nunca estuvieron de acuerdo con este tipo de actuaciones. Como señalábamos al principio, si Ciudadanos está llamado a tener un papel determinante en la futura estabilidad política española debe estar a la altura de la exigencia.