España

Rumbo a la recuperación

Existe un discurso político y económico en la oposición que se aferra al catastrofismo y que no responde a la realidad. La oposición no está, por supuesto, para decir amén a todo lo que parta del Gobierno, pero tampoco para tomar a la ciudadanía por lo que no es y falsear un panorama que, aunque difícil y brumoso, se despeja lentamente. El día de ayer fue pródigo en datos que alimentan el optimismo. El déficit consolidado de la Administración central, las comunidades y la Seguridad Social bajó al 4,8% del PIB hasta agosto, lo que supone una clara mejoría sobre las cifras de julio, cuando se situó en el 5,27% del PIB, y que será aún mejor en el momento en el que se compute el superávit esperado de las corporaciones locales. El Gobierno entiende que los datos avalan su compromiso con la consolidación fiscal y el éxito en el cumplimiento del objetivo de déficit del 6,5% para todo el año, y tiene razones para ello. En este punto, la reducción del coste de la deuda a un ritmo creciente favorece de forma sustancial la meta fiscal. Precisamente ayer, y a lo largo de la jornada, la prima de riesgo tocó mínimos desde 2011, 230 puntos, y la rentabilidad del bono a diez años se desinfló desde el 4,1% hasta quedarse a un paso de bajar del nivel del 4%. El riesgo país de España ha conseguido relajarse 160 puntos básicos desde sus máximos del año, marcados en enero en los 395 puntos. Es un balón de oxígeno, clave para cumplir con el déficit. Otro paso al frente de la actividad económica, si cabe aún más relevante, fueron los resultados del comercio minorista, cuyas ventas regresaron al terreno positivo tras 38 meses de descensos consecutivos. El consumo se mueve tras una interminable travesía. Se constata un reflejo aún menor, pero reflejo al fin, de la evolución de los grandes indicadores sobre las economías domésticas. No parece exagerado decir que España convence y vende no sólo porque la inversión extranjera directa se haya doblado hasta agosto, sino también porque nuestras grandes empresas experimentan un intenso proceso de internacionalización, con presencias en proyectos emblemáticos como la de OHL en el túnel ferroviario a través del Bósforo. Pese a todo, ni estamos cerca de la meta ni nuestros desequilibrios han quedado atrás. Según el Banco Mundial, por ejemplo, España ha descendido ocho puestos en el ranking de regulaciones más favorables para realizar negocios y está por debajo de Ruanda o Túnez. Aunque es cierto que el Gobierno ha legislado con acierto en ese ámbito, queda mucho por hacer. La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, apuntó ayer que el Ejecutivo seguirá con las reformas para que el cambio económico no sea pasajero. La realidad y el sentido común no admiten otra actitud si queremos alcanzar la prosperidad y asentarnos en ella.