La recuperación económica
Sólo el crédito político de Rajoy convence a Europa
Ya que no sentido de Estado, se podría pedir al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, prudencia en sus declaraciones ante el ministro de Economía alemán, Sigmar Gabriel, a menos que el candidato socialista ya haya dado por perdidas las próximas elecciones. Dar por hecho, como hizo ayer el aspirante socialista a la presidencia del Gobierno, que España terminará con más déficit, más deuda y obligada a pagar una multa de la Comisión Europea puede servir como munición electoral pero, desde luego, mina la posición propia ante los dirigentes económicos de la eurozona, en un momento muy delicado, puesto que se trata de conseguir que Bruselas, como ha hecho reiteradamente en los casos de Francia e Italia, deje respirar a la economía española para no truncar su evidente proceso de recuperación. Por fortuna, y con la experiencia previa, ciertamente negativa, de lo que supuso la política de austeridad a ultranza impulsada por la canciller alemana, Angela Merkel, la Comisión ha flexibilizado sus criterios y no sólo ha dado un año más de margen a España para que cumpla con la reducción del déficit público, sino que ha aplazado hasta después de los comicios de junio la decisión de sancionar o no a Madrid por el incumplimiento del Pacto de Estabilidad. Pero todo ello, por supuesto, no ha caído del cielo como lluvia benéfica, sino que ha sido el resultado del trabajo bien hecho durante la legislatura del Partido Popular y, singularmente, de la labor del presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, que se ha fajado en las últimas fechas con las autoridades europeas y, desde la credibilidad de sus políticas, ha llevado al convencimiento al resto de los gobiernos de la eurozona de que España está en condiciones de cumplir las exigencias del déficit para 2017. En este sentido no pudo ser más riguroso Mariano Rajoy en la reciente entrevista concedida a «Financial Times» cuando recordó que España, pese a sufrir dos años de recesión, había rebajado el déficit en un 4,3 por ciento a lo largo de su legislatura y que, además, en 2015 se había conseguido bajarlo un 0,8 por ciento y, a la vez, crecer al 3,2 por ciento del PIB y crear 575.000 puestos de trabajo. Ítem más: España, hoy, emite bonos a 50 años al 3,5 por ciento de interés, mientras que cuando Rajoy llegó al Gobierno se tenía que ofrecer un ¡7,5 por ciento! por los bonos a diez años. Éstas son las garantías que ofrece la economía española, que ha recuperado la confianza de los mercados, y que permiten augurar con cierto optimismo el futuro de España. Ahora bien, después de las próximas elecciones de junio, el gobierno resultante tendrá que sentarse de nuevo con las autoridades de Bruselas para abordar las fórmulas y los plazos de un ajuste presupuestario añadido de 8.000 millones de euros para evitar un rescate. Conviene que los ciudadanos lo tengan presente porque los partidos que prometan que no va a ser necesario afrontar ese nuevo ajuste mienten descaradamente o, lo que es peor, plantean un escenario de ruptura con Europa que nos parece inasumible. Que nadie se llame a engaño. El aplazamiento concedido por Bruselas se sostiene en el crédito político que ha conseguido Mariano Rajoy entre nuestros socios y en la vitalidad de la economía. Cualquier otro presidente de Gobierno tendrá que demostrar su solvencia.
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