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Un Gobierno centrado en Andalucía

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Algunas de las cifras que facilitó ayer el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, al nutrido auditorio reunido en la casa de LA RAZÓN, dan cuenta de las enormes dificultades a las que se enfrenta el nuevo Gobierno regional andaluz tras cuatro décadas de hegemonía socialista. Pero, al mismo tiempo, Moreno fue capaz de trasmitir confianza y seguridad en que otro modelo de gestión pública es posible, y que los cambios no pasan tanto por radicales voluntarismos, como por políticas reformistas basadas en el análisis reflexivo de los problemas y las soluciones. Conviene detenerse en este concepto de la acción de su Gobierno, sobre todo, cuando una parte de los votos parlamentarios que lo sostienen, que suelen carecer de experiencia previa en la Administración de la Junta, se impacientan y exigen actuaciones rápidas más propias de los populismos que de los gobiernos de centro derecha. Pero si no es fácil, por supuesto, desmontar en cinco meses lo que el PSOE forjó en 40 años –ni siquiera contando con los conocimientos adquiridos por el líder andaluz de Ciudadanos, Juan Marín, durante el tiempo que apoyó a la socialista Susana Díaz–, simplemente, no es posible no intentarlo. Porque, como señalábamos al principio, los datos que expuso el presidente de la Junta son demoledores: en Andalucía, el paro femenino es 10 puntos superior al de la media española; el paro juvenil está 12 puntos por encima y un 30 por ciento de los menores está en riesgo de pobreza infantil. Frente a ello, o mejor dicho, por su causa, para crear una empresa en la región hay que superar 1.830 procedimientos administrativos, que suponen una demora de 168 días para que prospere la iniciativa de una pequeña y mediana empresa industrial. Sólo en Medio Ambiente, el nuevo Gobierno se encontró con 4.367 proyectos de inversión paralizados por valor de 6.500 millones de euros de inversión. Deficiencias más sabidas, pero no menos graves, eran la situación de la Sanidad, con una «bolsa negra» de 500.000 andaluces que no figuraban en las listas de espera quirúrgicas; la Depedencia, con 34.000 beneficiarios ocultos, o la llamada «Administración paralela», cuyos presupuestos se dedicaban en un 90 por ciento a pagar los sueldos de plantillas infladas y los gastos de gestión. Con todo, y no podemos estar más de acuerdo con nuestro protagonista en «LA RAZÓN de...», lo peor era el derrotismo y la resignación, las rutinas, instaladas en los distintos departamentos de la Junta de Andalucía, que no es más que el fruto inevitable de las políticas clientelares de un partido socialistas que, en extraño paralelismo con los nacionalistas, hizo del victimismo y del agravio presentido una de sus señas de identidad. El nuevo Gobierno del Partido Popular y Ciudadanos, con el apoyo externo, pero determinante, de VOX, tiene, pues, que enderezar el rumbo de la región más poblada de España y con mayor potencial de crecimiento y sólo podrá hacerlo desde las políticas que propugnan los modelos del centro derecha occidental: trasladando confianza a la iniciativa civil, despejando el campo de juego de obstáculos innecesarios e invirtiendo allí donde sea preciso. Una buena señal es que los nuevos Presupuestos autonómicos, que deben superar sin mayores problemas el trámite parlamentario, se han elaborado a más de un año vista, hasta 2020, lo que contribuirá a generar confianza en los sectores productivos, que son los que ya están generando las primeras muestras de que el cambio es posible. Como señaló Juan Manuel Moreno, Andalucía fue en el primer trimestre de este año la comunidad autónoma que más creció en España, sólo por detrás de Navarra. Si, hay muchos motivos para la esperanza.