Bruselas

Un horizonte más despejado

Hace apenas un año, la comparecencia ante los medios de la vicepresidenta del Gobierno y de los ministros de Economía y de Hacienda supuso un jarro de agua fría sobre la evolución de la economía. Las sombrías perspectivas y estimaciones de entonces eran las que correspondían a la recesión. Ayer, por el contrario, los mismos protagonistas ofrecieron un panorama radicalmente distinto y refrendaron que lo peor ha pasado. El cuadro macroeconómico detallado ayer, y que el Ejecutivo envía a Bruselas, recoge una evolución positiva de los principales indicadores. Más crecimiento, consolidación fiscal, aumento de la ocupación, reducción del desempleo, inflación reducida, incremento de la demanda, superávit externo y bajada de impuestos configuran un escenario de recuperación sostenida y de justificado optimismo. En concreto, el Gobierno eleva la estimación de crecimiento al 1,2% del PIB en 2014 y al 1,8% en 2015, cinco décimas por encima de lo previsto; creación de unos 600.000 puestos de trabajo en ambos ejercicios; caída del desempleo en 800.000 personas por la evolución de la población activa; el déficit publico del 5,5% del PIB este año frente al 5,8% augurado con anterioridad por al aumento de la recaudación; consumo positivo de las familias por primera vez en 2014 y, tras siete años de caídas, aumento de la construcción en 2015. Con este panorama, el Gobierno es concluyente: «2014 marca un antes y un después en la evolución de la economía española en la crisis». Las previsiones sostienen ese discurso, pero también el rigor de unos gestores que hace un año nos advertían de que hacer frente a la recesión exigiría sacrificios. El ministro Montoro abordó también ayer los planes fiscales en ese marco global. La reforma prevista por el Gobierno está llamada a convertirse en pieza clave del empuje económico con esa rebaja de IRPF y de Sociedades que devolverá a los contribuyentes 7.600 millones de euros y que supondrá un estímulo para la renta disponible y, por tanto, para la actividad. Desde la convicción de su eficacia y de su necesidad para consolidar un escenario pujante, no deja de sorprender, sin embargo, que el instrumento impositivo se posponga para 2015 y 2016, ni el silencio o la tibieza en cuanto a los retoques de las cotizaciones sociales que tanto favorecerían a las empresas y, sobre todo, al empleo. En cualquier caso, para España y su credibilidad como nación seria y fiable, el cuadro macroeconómico que el Gobierno envía a Bruselas es un paso de gigante porque lo avala una política económica que acertó en el diagnóstico y en el tratamiento de una patología crítica. Ganada la confianza y el crédito precisos, queda perseverar en el rumbo reformista aún complejo y no exento de complicaciones, pero muy necesario.