EPA

Un paso hacia el empleo

La Encuesta de Población Activa (EPA) referida al tercer trimestre del presente ejercicio refleja con mucha fidelidad la realidad económica de España. Sin triunfalismos, porque no hay motivos para dejarse llevar por la euforia, asistimos a los primeros balbuceos de un cambio de tendencia en positivo con algunos indicadores muy significativos. Por ejemplo, la EPA señala una recuperación del empleo privado, que si bien es muy tímida, no se producía desde 2007. También, que el descenso en 72.800 parados supone la mejor cifra trimestral registrada desde 2005. Sin embargo, es cierto que, al desestacionalizar los datos, la economía española sigue destruyendo empleo, especialmente en la construcción, muy ligada al sector de la industria, aunque el ritmo de caída se ha moderado desde la tasa del 4,78 por ciento de diciembre de 2012, a la del 2,87 por ciento del presente año. Es decir, se va de menos a más, lo que está bien, pero la situación laboral presenta todavía un panorama muy preocupante, consecuencia de la profundidad que ha alcanzado en España la crisis económica, cuyos últimos coletazos se están haciendo sentir. No es, sin embargo, algo que deba sorprendernos, puesto que todos los análisis solventes, empezando por los del propio Gobierno, habían previsto esta evolución de los índices de empleo, advirtiendo de que no cabía esperar una recuperación sensible del mercado de trabajo hasta el segundo trimestre de 2014. Pero aunque no haya fórmulas milagrosas que puedan producir un cambio dramático en la situación, muy al contrario del discurso habitual de la izquierda, con su reclamación de tirar del gasto público a costa de ampliar la ya abultada deuda del Estado, es perfectamente factible que la propia dinámica del crecimiento económico acelere la recuperación del empleo por encima de las cautas previsiones gubernamentales. Los indicios están ahí e indican que el consumo interno empieza a salir de su atonía y que, al menos, en el sector privado, el ajuste ha tocado fondo. Debemos, pues, insistir en que ha llegado el momento de reducir la presión fiscal para las pequeñas y medianas empresas, que son el motor del empleo, y para los hogares. El Gobierno de Mariano Rajoy, que ha tenido el mérito de llevar a cabo una reforma estructural de la economía, asentándola sobre bases más sanas, como demuestra la salida de la recesión, que se ha conseguido pese a la reducción del gasto público, debe confiar en el criterio que ha mantenido siempre con respecto a las consecuencias negativas de un alargamiento de la presión fiscal. Además, sus previsiones, muy criticadas por los agoreros de la catástrofe y el rescate, se están cumpliendo paso a paso. Es el momento de dar el impulso que demanda la sociedad.