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Una buena elección para el PSOE

La Razón
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La elección de la magistrada Margarita Robles (León, 1957) para ocupar el segundo puesto de la candidatura del PSOE por Madrid, lo que de hecho la convierte en la mano derecha del secretario general y candidato a La Moncloa, Pedro Sánchez, no sólo sube el nivel de las listas socialistas por el prestigio y la profesionalidad de la magistrada, sino que será difícilmente atacable por nadie que no esté cegado por el sectarismo o que desconozca la biografía de una mujer que nunca ha puesto por encima de sus convicciones la realidad de los hechos con los que debía lidiar. Se trata, por supuesto, de una persona de izquierdas, comprometida con los valores que representa el actual arco ideológico de la socialdemocracia española y, sin embargo, ajena a los condicionantes orgánicos de la militancia en el partido. Es decir, que nos hallamos ante una de esas escasas figuras en la política española a la que define con exactitud el término de independiente, que ejerce la libertad de opinión frente a las consignas y que –como demuestra su cambio de criterio con respecto al sistema de elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial– no duda en rectificar posiciones previas, aunque la lleven a disentir de sus compañeros de asociación. La trayectoria profesional de Margarita Robles nos habla de una mujer pionera en el mundo de la judicatura, en el que ingresó con 23 años con el número uno de su promoción. Fue la primera juez en presidir una audiencia provincial, ha sido vocal del CGPJ y miembro del Tribunal Supremo, cargo que deja para incorporarse a la candidatura de Pedro Sánchez. De su paso por la política en el último Gobierno de Felipe González –al que llegó de la mano de su compañero en Jueces para la Democracia, Juan Alberto Belloch, y en el que desempeñó los cargos de subsecretaria de Justicia y de secretaria de Estado de Interior–, destacan su firmeza, independencia y capacidad de trabajo en uno de los momentos más complicados de la lucha contra el terrorismo etarra, en una labor llevada a cabo desde el convencimiento de que sólo mediante el respeto absoluto a nuestro ordenamiento jurídico y al principio de legalidad recogido en la Constitución podía conseguirse la victoria contra el terror.

Si nos hemos extendido en la biografía de Margarita Robles, tratando de aproximar a los lectores los rasgos más destacados de una personalidad de fuerte carácter y arraigadas convicciones y que en las dos décadas que han transcurrido desde que dejó la política no se ha inmiscuido en querella interna alguna, es para resaltar lo que supone de cambio de estrategia electoral en el PSOE la elección de una figura muy alejada del oportunismo que, por ejemplo, presidió la incorporación a las listas en las pasadas elecciones de unas candidatas como Irene Lozano o Zaida Cantero, en un guiño mediático que, por los resultados obtenidos, no debieron gustar a buena parte de la familia socialista. Podemos hablar, pues, de una rectificación política de Pedro Sánchez, que vuelve –también con el recurso a una figura de peso como es el ex ministro Josep Borrell,– a contar con figuras sólidas del ámbito de la izquierda moderada, si se quiere posibilista, como mejores bazas para contrarrestar el populismo de Pablo Iglesias. Si el Partido Socialista pretende dar la batalla por la hegemonía de la izquierda a Podemos, el camino es la vuelta a la centralidad. Y una reflexión final: con el mismo respeto que se reconocen los méritos profesionales de los jueces y magistrados progresistas que acceden a la política, se debería tratar a quienes lo hacen desde los sectores conservadores de la judicatura. Es algo que la izquierda aún debe aprender.