España

Unidos frente al terrorismo

En este décimo aniversario del atentado terrorista del 11 de marzo de 2004, LA RAZÓN ha querido ofrecer a quienes más perdieron, a las víctimas de la barbarie, su particular homenaje, dentro de los actos de conmemoración que se están llevando a cabo en toda España y que hoy culminarán con una misa solemne en la Catedral de la Almudena de Madrid, presidida por Sus Majestades. Nuestro periódico, bajo el lema «Unidos frente al terrorismo y con las víctimas», ha querido plasmar una norma de conducta ciudadana que, por encima de cualquier diferencia, es la que debe guiarnos hoy y en el futuro: que la unidad sin fisuras frente al azote del terror y el recuerdo permanente de las víctimas, la defensa a ultranza de su dignidad, es la condición previa, inexcusable, cuando se trata de preservar valores superiores como la libertad y la democracia. Ayer tuvimos la satisfacción de ver expresada esa unidad en nuestra casa de LA RAZÓN, donde víctimas, autoridades y sociedad civil hicieron piña en torno a la misma causa. Horas antes, tuvo lugar en el Teatro Real un solemne acto de entrega a los ciudadanos que resultaron gravemente heridos aquel día de la Real Orden de Reconocimiento Civil con la que el Estado honra a quienes han sufrido en carne propia el zarpazo de los liberticidas. La ceremonia reunió en el recuerdo emocionado a los representantes de todas las asociaciones de víctimas del terrorismo, que son ejemplo de superación y de lucha. En los hombres y mujeres que recogían sus medallas estaba la viva imagen de la España que fue atacada con saña cobarde por los islamistas: trabajadores, estudiantes, jubilados, inmigrantes... Gentes de bien, ciudadanos anónimos que construyen día a día, con sus dificultades y esfuerzos, un país amante de la libertad, generoso y abierto. Contra ellos, contra todos nosotros, en definitiva, iban dirigidas las bombas colocadas en los trenes. Nadie puede asegurarnos que algo así no vuelva a pasar. La amenaza, en especial la que proviene del extremismo islamista, es un hecho desafortunadamente constatado a lo largo de estos diez años. Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado han desarticulado decenas de células yihadistas que trataban de instalarse en nuestro país y han detenido a sus organizadores y reclutadores. El alcance de la amenaza es visible en las acciones, casi cotidianas, de los radicales musulmanes por todo el mundo. Los métodos cambian, pero no los objetivos. Y España, reclamada como tierra propia, la «Al Andalus» mitificada por los fanáticos, debe permanecer alerta y, sobre todo, unida. Esa es nuestra mayor fortaleza. Y la mejor manera de hacerles llegar el mensaje a los terroristas de que no conseguirán doblegarnos es mantener siempre viva la memoria de las víctimas.