Cataluña

Vigencia de la Constitución

Mariano Rajoy ya ha manifestado que la reforma de la Constitución no es prioritaria y, en todo caso, no es lo fundamental en la tarea del Gobierno, que sigue centrada en las reformas económicas y en las medidas que permitan superar la crisis. Sin embargo, algunas fuerzas políticas han instalado como un mantra que la Carta Magna debe ser reformada, como si con ella viniese la solución a todos los problemas que tiene nuestro país. Sin embargo, se ignora lo fundamental para acometer esta tarea: saber qué capítulo debe ser modificado y con qué objetivo. «La Constitución se puede reformar, pero es muy importante que tengamos muy claro qué es lo que se quiere reformar», dijo hace unos días Rajoy. Se ha llegado a decir que algunos de los males que aquejan a la sociedad española provienen de que la Constitución de 1978 se ha convertido en un «corsé» que limita derechos y libertades y que corresponde a otro momento político. Se ignora un hecho fundamental y es que las constituciones que realmente tiene un carácter normativo deben perdurar en el tiempo. En nuestra historia no han durado (la más longeva fue la de Cánovas de 1876, que duró 48 años) por un hecho que debe ser tenido muy en cuenta: porque no fueron redactadas para todos los españoles, sino que tuvieron un sesgo ideológico y partidista, siendo la de 1931 la que nació con estos defectos más marcados. La de 1978 acaba de cumplir 36 años, en los que España ha vivido uno de los momentos de mayor progreso y estabilidad política, y en ella se reconoce, en el artículo 2, «el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones», hecho que ha definido la estructura del Estado y la organización política nacional, causa, según aduce el nacionalismo catalán, de la crisis abierta en Cataluña. El PSOE habla de una reforma en «clave federal», lo cual es decir demasiado poco. En una sentencia del Tribunal Constitucional de 1981 se dice que el reconocimiento de las autonomías «es uno de los principios estructurales básicos de nuestra Constitución». Por lo tanto, ¿de qué reforma están hablando? ¿Ignoran que el cambio de un solo artículo puede hacer cambiar el significado de otros? No es oportuno emprender una reforma de tal calibre cuando se falsea un hecho clave en nuestra Constitución y es que ésta emana del poder constituyente, que es el pueblo español. Ya no sólo se trata de que es necesario el apoyo de tres quintas partes de las Cámaras y de dos tercios cuando afecta a los capítulos I y II, que sería el caso. Lo fundamental es reconstruir el consenso constitucional desde la esencia misma de la Carta Magna del 78. Mariano Rajoy reivindicará hoy de nuevo un espíritu sobre el que se cimiente un futuro de concordia y que asegure la igualdad y unidad entre españoles.